Posteado por: diariodelgallo | diciembre 8, 2008

LOS TEMPLOS MINERVA

 

minerva

Mario Gilberto González R.

 

Recuerdo la mañana veraniega, cuando mi abuela, me llevó a conocer el templo de Minerva. Pasamos bajo el Arco de Santa Catalina, atravesamos la plazuela mercedaria y llegamos a la plazuela de San Sebastián, cuando el sopor del verano ya se hacía sentir. En un cuadrado, se erguía el templo a Minerva, con doce columnas -cuatro de cada lado- con fuste liso y cilíndrico y capitel de sencilla hechura. Sostenían el frontón en forma de triángulo, en símil con los templos griegos. Lucía esta inscripción MANUEL ESTRADA CABRERA PRESIDENTE DE LA REPUBLICA/ A LA JUVENTUD ESTUDIOSA/ LABOR OMNIA VINCIT.

El cielo raso estaba cubierto de machihembra y eran visibles las huellas de su abandono. La bella y laboriosa fechada, casi intacta y lamentablemente descuidada del templo de San Sebastián, le servía de fondo. El Templo de Minerva fue derrumbado años después, para darle paso a la remodelación de la plazuela y convertirla en el parque Landívar.

 

In situ y en conversaciones posteriores, mi abuela me hizo narraciones sugestivas del desfile escolar, de las carrozas alegóricas, de los actos públicos y de los bailes que interpretaron los niños de entonces, ataviados con trajes representativos de diversos países y que fueron aplaudidos por las autoridades y los vecinos antigüeños. Mis lecturas posteriores del Album de Minerva y de los periódicos de la época, ampliaron las narraciones de la abuela y confirmaron muchos datos que ella conservaba limpios en su memoria.

 

Mi abuela no era Cabrerista. Tenía razones suficientes para no serlo. En una cómoda guardaba con celo, entre los libros de su preferencia, una caja con fotografías de miembros de la familia, de la ciudad de Antigua Guatemala, de las procesiones de Semana Santa, del terremoto de 1917-18, de las fiestas minervales. Mi abuela sabía que las fotografías cuentan -tiempo después- la historia de personas, monumentos o un suceso y que se convierten en fehacientes documentos. Tenía -además- doblados con mucho cuidado en cuatro y atados con unas soga delgada, los ejemplares de los periódicos «El Chiltepe» y desde luego «El Unionista». Periódicos combativos contra el régimen despótico y tirano de los veintidós años y con los que ella se identificó plenamente.

 

Para darle lustre a su gobierno, el Lic. Manuel Estrada Cabrera, se hizo rodear de los intelectuales guatemaltecos y fue mecenas de dos poetas ilustres de la literatura americana. . Por Decreto Gubernativo No. 604 de fecha 28 de octubre de 1899, acordó que «el último domingo de octubre de cada año, comenzando por el presente, se celebre una solemne fiesta popular consagrada exclusivamente a ensalzar la educación de la juventud.» Por la premura, la primera fiesta no tuvo el lucimiento que se esperaba. Estas fiestas tenían la reminiscencia griega y romana. Eran «las fiestas más importantes celebradas por los atenienses en honor de la diosa Atenea.» Se conocieron con el nombre de Panateneas. Duraban dos días y se ofrecían cantos, danzas, música, gimnasia, carreras de antorchas y terminaba con «una gran procesión» hacia el templo de la diosa. El premio era una ánfora de aceite «de los olivos sagrados». Y se atribuye su origen a Erictonio y rebautizada por Teseo. En el Partenón, queda un friso que recuerda las festividades de Panateneas.

  

El domingo 28 de octubre de 1900 -en su primer aniversario- «se verificó con la mayor solemnidad la apoteosis de la juventud que se educa.» resalta el Album de Minerva. A las cinco de la mañana, la Banda Marcial recorrió las calles de la ciudad de Antigua Guatemala. A las seis de enarboló el Pabellón Nacional y «a las ocho de la mañana, se reunieron en el edificio de la Universidad, los alumnos de las Escuelas Nacionales, colegios privados y los de los pueblos del departamento. También la Junta Local de cada pueblo, trayendo sus músicas peculiares y ostentando sus lucidos trajes.» A las 9:30 se organizó el paseo escolar que enfiló sobre la 5ª. Av. Norte (Calle del Arco) y 1ª. Calle Oriente, hacia la alameda de Santa Rosa, donde se desarrolló un acto público. Se cantó el Himno Nacional; el discurso oficial estuvo a cargo del eminente profesor don Rafael Moreira; la niña María Teresa Putzeys de la Escuela de Niñas No. 3, recitó de P. M. Riépele, (1) su poema la Ciencia; los estudiantes del Colegio La Juventud, cantaron «Mis Recuerdos»; don Carlos Mena habló en nombre del Club 30 de Junio; la niña Victoria Santizo de la Escuela de Niñas No. 2, declamó el poema «La Escuela» y los estudiantes de la Escuela Normal, interpretaron el canto «Los Auxiliares». A profesores y alumnos se les ofreció un lunch consistente en dulces, frutas, frescos y helados. Y los niños disfrutaron de los juegos «que se dispusieron». Por la tarde se arrió el Pabellón Nacional y a las 7 de la noche la Banda Marcial ofreció un concierto de gala en el Parque Central «…con lo que se concluyeron los actos dedicados a la Diosa Sabiduría».

 

El Profesor don Martín Quezada que era el Director de la Escuela Normal de Antigua Guatemala y más tarde llegó a ser Director de la Biblioteca Nacional, escribió para el primer aniversario de las Fiestas de Minerva, este elocuente artículo que es un vivo reflejo del pensar y del sentir de la época, así como de la educación y cultura dominantes y la aquiescencia indiscutible hacia el régimen.

 

Dice don Martín Quezada. «En Atenas, ciudad ilustre y cuna de eminentes pensadores, se organizaron lo que aquellos antiguos denominaron «Panatenas», fiesta de los niños, consagrada a Minerva, la Diosa del Saber en la mitología del pueblo heleno. El Jefe del Ejecutivo, Licenciado don Manuel Estrada Cabrera, que con su buena inteligencia ha sabido apreciar a la niñez y a las que se dedican a educarla, siguiendo el ejemplo de la histórica capital de los griegos, decretó que el último domingo de octubre se celebre en la República una fiesta consagrada a la niñez. Mi carrera de maestro me ha colocado entre elementos para mí valiosos y significativos, que han constituido siempre mi vida moral e intelectual; esos elementos son: la Escuela y el niño. Nada hay más hermoso y conmovedor que el cuadro de los niños presentes con esa sencillez que encanta y que cautiva al mismo tiempo; allí tenéis ese gremio infantil que constituye el encanto y la alegría de los hogares así como las esperanzas de la Patria. Los niños tienen su religión, y esta es la ciencia; su templo humilde y sencillo en la forma y trascendental en el fondo, la Escuela; los sacerdotes consagrados al culto, son los maestros, gladiadores insondables en la gran cruzada de la redención humana, y las niñas candorosas y puras, las sagradas vestales consagradas, a conservar en las escuelas ese fuego que purifica y que ennoblece las conciencias, que nunca muere ni se extingue, porque de sus chispazos de luz brota la civilización universal en todas sus múltiples manifestaciones. Pensar en la niñez y consagrarle fiestas, es un sentimiento noble y generoso, propio de almas purificadas en el crisol de la honradez y de la virtud.» (3)

 

Dos años después, la sociedad antigüeña participó ampliamente en estos festejos. Adornaron el frente de sus casas y «las bellas antigüeñas se lucieron con sus mejores trajes?» La Jefatura Política y la Municipalidad, otorgó diplomas a los Directores y Profesores de las Escuelas Nacionales y privadas. A los alumnos se les obsequió con libros y útiles de estudio que contenían la fotografía del «Benemérito de la Patria» y una dedicatoria en su nombre. (4) En el paseo desfilaron tres carrozas alegóricas; la del Magisterio representaba a la Diosa de la Sabiduría rodeada de varias vestales; la de la Municipalidad, representaba la Agricultura y la tercera era de la Sociedad del Siglo XX y representaba las Bellas Artes, la Industria y el Comercio.

 

El paseo enfiló hacia la Escuela Normal situada en la esquina final de la 7ª. Av. Norte y 1ª. Calle del Chajón, conocida como Casa Osuna, donde se levantó un templo de Minerva. Después del Himno Nacional, el Lic. Don Manuel V. Marroquín pronunció un elocuente discurso y los estudiantes fueron obsequiados de regalos especiales, dulces, refrescos y dinero en efectivo. Por la tarde, los estudiantes normalistas se lucieron en el Parque Central, con ejercicios y maniobras militares «ejecutadas con admirable corrección?» El cierre de estas fiestas fue un concierto de la Banda Marcial, en la Plaza de Armas y quema de fuegos artificiales. (5)

 

Años después, se levantó el templo de Minerva en la plazuela de San Sebastián y las fiestas fueron cada año más apoteósicas. Los niños participaron en bailes, juegos y gimnasia. Recibieron premios y distinciones por sus estudios. Su decadencia llegó cuando los vecinos antigüeños se opusieron a la reelección del «Benemérito».

 

Distinguidos vecinos integraron el Centro Unionista de Sacatepéquez e hicieron levantar en el parque central, un monumento a los Valientes que firmaron la Memorable Acta del 25 de Diciembre de 1919. Al «Benemérito» no le gustó ese comportamiento y ordenó el cierre de la Escuela Normal que después la reabrió en el edificio de la Escuela Práctica. Pero hubo apresamientos y fusilamientos. Entre ellos, mi abuelo paterno.

 

Almería, España. Otoño del 2005.


Respuestas

  1. Por favor necesito me indiquen donde puedo conseguir este libro Recuerdo de la Mañana Veraniega y además, otros libros o ensayos del Cronista Mario Gilberto González

    MUchas Gracias

  2. Lo que entiendo y virrijamesi estoy mal, es que estos templos fueron construidos para realizar actividades en cierto mes, o fecha y era específicamente cultural y educativo.


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