ENTREVISTA CON GERARDO GUINEA DIEZ

Mónica Luengas R. /elPeriódico

La muerte que rondó este país durante el conflicto armado, se presenta como un fantasma, como una pesadilla en la vida actual de un hombre sobreviviente, que decide recoger sus pasos y enfrentar sus demonios. Esa es, en resumen, la trama de El árbol de Adán, el más reciente libro de Gerardo Guinea que será presentado hoy.

Guinea (1955) es escritor y editor. Su trabajo literario incluye novela, poesía, ensayo y cuento. Actualmente se desempeña como director de la editorial Magna Terra. En la siguiente entrevista, Guinea cuenta un poco sobre El árbol de Adán.

¿Qué lo motiva a escribir una novela donde se reviven todos esos fantasmas?
– Hay una cuestión que es de principio, que es revisar ese pasado trágico de Guatemala. Creo que es necesario, no solo como un homenaje a la memoria de muchísima gente, sino como una búsqueda de los males del país, para sacar las raíces de esta tragedia, porque constantemente nos negamos a reconocerla.

¿Cómo se inspiró para crear esta historia tan cruda?
– Yo viví mucho tiempo en México y conocí a muchos refugiados. Intercambié historias con gente que sobrevivió a eso y fui testigo de esa oralidad que ellos necesitaban sacar. Soy parte de una generación que asimiló eso desde el principio: el silencio, el miedo y el murmullo de la muerte que siempre rondaba a las familias. Esto es ficción, pero es el resumen de miles de voces y testimonios que yo escuché.

La muerte es la protagonista.
– Es tanta muerte que nos cayó encima como país. Hoy hay mucha muerte que existe fruto de la descomposición que generaron esos años, pero no es el mismo olor a muerte, porque en esos años la muerte se olía, andaba, se podía tocar, al igual que el miedo. Lastimosamente aquí la muerte se ve como una derrota ajena, como una muerte que no nos pertenece, cuando todos estamos involucrados.

Sin embargo, el título hace referencia a dos elementos que son metáforas de vida: el árbol y Adán, viéndolo desde el punto de vista bíblico.
– El libro en sí es una apuesta por la vida y el objetivo, aunque parezca contradictorio, es reivindicar esa vida que le quitaron a miles de personas.

¿Quiso hacer una especie de denuncia?
– No, porque si fuera así mejor hubiera escrito un testimonio con lo que yo escuché y hubiera hecho un trabajo periodístico, pero Guatemala está saturada de eso. El problema era cómo acercarse a ese tema tan difícil, del que había que poner una especie de lejanía moral. Hay pincelazos reales pero modificados, porque la historia testimonial como tal es peor de dura que este libro. Es un tema que con facilidad se puede confundir con la verdad, sin embargo, aunque esta novela recrea una historia verdadera de Guatemala, nunca quise que fuera histórica o testimonial. Cuando la empecé a escribir me puse a pensar en cómo hizo Goya para hablar de los crímenes que le tocó ver, o cómo pensó Picasso para contar el Guernica, por eso elegí hacerlo como una pesadilla que viene y va a lo largo de los años.