Posteado por: diariodelgallo | diciembre 19, 2009

LOS LIBROS GUATEMALTECOS DEL 2009

 

Por Luis Aceituno

“Las huellas de Guatemala”

(F&G editores, 2009)
Gustavo Porras Castejón
La historia contemporánea de Guatemala vista a través del relato autobiográfico de uno de sus más singulares protagonistas. Provisto de un talento narrativo inusual en este tipo de relatos, Porras Castejón nos hace un recorrido que va del anticomunismo cristiano a la Teología de la Liberación, del compromiso social y la militancia a las luchas guerrilleras, para desembocar en el proceso que culminó con la Firma de la Paz.

“El material humano”

(Anagrama, 2009)
Rodrigo Rey Rosa
El nuevo libro de este imprescindible autor guatemalteco, se desarrolla entre lo puramente documental y la ficción, entre el relato policíaco y el diario personal. Narra la experiencia de Rey Rosa en los macabros archivos de la Policía Nacional, desclasificados recientemente. Un libro escrito casi sobre la marcha de nuestra historia contemporánea, intentando comprender el horror, es decir, lo incomprensible.

“El arte del asesinato político” (Anagrama, 2009)

Francisco Goldman
El escritor guatemalteco-estadounidense Francisco Goldman, narra los hechos ocurridos tras el asesinato de monseñor Juan Gerardi, en un texto, resultado de una exhaustiva investigación, que es como una novela negra hecha exclusivamente de sucesos reales. Intrigas, conflictos y dudas se mezclan con escenas de humor y sarcasmo que hacen del libro una lectura deliciosa. Traducción de Claudia Méndez Arriaza.
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“CIA Guatemala Operación PBSUCCESS” (Tipografía Nacional, 2009)

Nicholas Cullather
El autor, antiguo investigador de la Agencia de Inteligencia Americana, hace en este libro un recorrido por los documentos desclasificados de la CIA en relación al golpe de Estado en Guatemala en 1954. Estos documentos nos develan de manera fría, lo que en nuestra historia siempre fue un secreto a voces, la planificación desde las altas esferas del Gobierno de Estados Unidos del derrocamiento del presidente Jacobo Arbenz y la revolución guatemalteca.

“Diarios de aprendices”

(Magna Terra, 2009)
César Brañas
(Edición a cargo de Alejandro Sequén-Mónchez)
Por primera vez se reúnen en un sólo volumen los diarios de uno de los pilares fundamentales de la literatura nacional del siglo XX, un documento central en nuestras letras que hace casi parte de la leyenda. Apuntes cotidianos, reflexiones, comentarios, disgregaciones resultados de una inteligencia lúcida y privilegiada. Brañas los hacía publicar en ediciones mínimas y los regalaba a sus amigos para navidades. Ahora todos podemos disfrutar del regalo.

“El dulce recorrido de mi fin” (Editorial Cultura, 2009)

Gabriela Navassi
Un libro que reúne la obra de esta sorprendente poeta muerta a los 31 años. Una voz que nos introduce en los laberintos del cuerpo, la enfermedad, el dolor, la esperanza, el amor y la condición humana, a partir de un extraño lirismo casi susurrado al oído. Una de las mejores aportaciones a la poesía nacional contemporánea.

“Muerte de Pedro de Alvarado” (Tipografía Nacional, 2009)

V.V.A.A.
Reunión de textos que tratan las circunstancias de la muerte del conquistador, a partir de diferentes frentes y puntos de vista. Las crónicas indígenas de Michoacán, los textos de los cronistas Mota Padilla y Antonio de Fuentes y Guzmán y cartas escritas por el propio Alvarado a Hernán Cortés y al Ayuntamiento de Guatemala.

“Los Zopilotes y Su segunda muerte”

(Ediciones del Pensativo, 2009)
Luis de Lión
Reedición de los dos primeros volúmenes de cuentos de este autor fundamental de nuestras letras contemporáneas. Nacido en San Juan del Obispo en 1939, el autor fue desaparecido por el Ejército en 1984, truncando así una de las obras literarias más importantes de la Guatemala del siglo XX. Estos relatos nos hablan de la vida rural, como nadie nos ha hablado desde entonces, resultados de lucidez a veces atormentada y de una profunda solidaridad con los desposeídos.

“La vida es sueño”

(F&G editores, 2009)
Marco Antonio Flores
Recopilación de la más reciente narrativa breve del autor de “Los compañeros”. Son 12 cuentos que parten de la memoria, la desesperanza, de la implacable lucidez que dan los años y la distancia. “Escribir es soñar despierto. O más bien, inscribir en un papel lo que siempre se sueña despierto”, nos recuerda Flores y se pregunta “Qué chingados es finalmente la literatura sino la explicación o el intento de explicarse la vida”.

“El Andalón”

(Editorial Cultura, 2009)
Luis Alfredo Arango
Otro libro fundamental, la reunión de la obra poética de Luis Alfredo Arango, una de las más altas voces de la literatura nacional de los últimos 50 años. Este volumen debería de ser de lectura obligatoria para todo aquel que se asuma como guatemalteco. Leer a Arango es algo así como hacer patria, apuntarse, a pesar de todo, a la esperanza de un mundo más humano, más justo, más poético.

“Diario de Navegación” (Tipografía Nacional, 2009)

Cristóbal Colón
Otra valiosa reedición de la Tip. Nac. de uno de los documentos fundamentales para entender nuestra historia. “El Diario de Cristobal Colón” es un texto que narra el descubrimiento de América desde sus propios orígenes, en donde el navegante registra cada día las vicisitudes de un viaje que le revelará un nuevo mundo. Todo está por verse y por decirse. Todo está por nombrarse.

“Narrativa Breve” (Tipografía Nacional, 2009)

Adolfo Méndez Vides
Un libro que reúne la obra cuentística de una de las figuras centrales de la narrativa guatemalteca actual. Un volumen que recupera textos aparecidos en ediciones de poco tiraje y algunos otros que estaban desperdigados en periódicos y revistas que nos dan una visión panorámica de la evolución de su autor. Adentrarse en ellos es descubrir facetas casi inéditas en nuestra literatura, debidas a imaginación desbordada y a un estilo propio, fresco y desenfadado.

“Tatologías” (Ediciones

del Cadejo, 2009)
Luis Eduardo Rivera
(Ilustraciones de Jacobo Rodríguez Padilla)
Luis Eduardo Rivera ha hecho del apunte el principal fundamento de su importante obra literaria. Apuntes que se escriben desde los márgenes de la vida común, desde la disidencia, desde lo que el poeta Carlos Martínez Rivas llamaría “la insurrección solitaria”. Este libro reúne parte de esos apuntes, los que por alguna razón no cupieron en obras emblemáticas del autor como “Velador de noche/Soñador de día” u “Oficio de lector”.

“Los muertos deben morir” (Artemis Edinter, 2009)

Felipe Valenzuela
Reunión de los textos literarios de Felipe Valenzuela, cuya trayectoria periodística es una de las más reconocidas en la actualidad. Sin embargo, el autor llegó al periodismo por la literatura y nos ha entregado algunas obras de teatro, muchas canciones, ciertas columnas que le deben más al relato breve que a la fría actualidad y muchos cuentos recopilados en este volumen y en otro anterior, “Antología demente”.

“Pepe Batres íntimo”

(Tipografía Nacional, 2009)
José Arzú
En el bicentenario del nacimiento del poeta (e inventor de nuestra literatura) se reedita (¡por fin!) este documento central en la historia cultural guatemalteca. José Arzú hace una excursión, como él mismo la llama, a la intimidad de José Batres Montufar, y en el paseo recupera cartas, notas, apuntes, anécdotas, testimonios, escritos que nos dan una panorámica de la vida del escritor y de la Guatemala del siglo XIX.

“El discurso del loco”

(F&G editores, 2009)
Carol Zardetto
Cada cuento de este libro corresponde a una figura del tarot, y a través de ellos nos introducimos en un universo en donde los vagabundeos de la imaginación son la regla. Relatos escritos desde el placer de contar, de crear, de transformar en literatura las fascinaciones, las revelaciones, los asombros que nos va regalando la vida cotidiana. 

“Las huellas de Guatemala”

(F&G editores, 2009)
Gustavo Porras Castejón
La historia contemporánea de Guatemala vista a través del relato autobiográfico de uno de sus más singulares protagonistas. Provisto de un talento narrativo inusual en este tipo de relatos, Porras Castejón nos hace un recorrido que va del anticomunismo cristiano a la Teología de la Liberación, del compromiso social y la militancia a las luchas guerrilleras, para desembocar en el proceso que culminó con la Firma de la Paz.

“El material humano”

(Anagrama, 2009)
Rodrigo Rey Rosa
El nuevo libro de este imprescindible autor guatemalteco, se desarrolla entre lo puramente documental y la ficción, entre el relato policíaco y el diario personal. Narra la experiencia de Rey Rosa en los macabros archivos de la Policía Nacional, desclasificados recientemente. Un libro escrito casi sobre la marcha de nuestra historia contemporánea, intentando comprender el horror, es decir, lo incomprensible.

“El arte del asesinato político” (Anagrama, 2009)

Francisco Goldman
El escritor guatemalteco-estadounidense Francisco Goldman, narra los hechos ocurridos tras el asesinato de monseñor Juan Gerardi, en un texto, resultado de una exhaustiva investigación, que es como una novela negra hecha exclusivamente de sucesos reales. Intrigas, conflictos y dudas se mezclan con escenas de humor y sarcasmo que hacen del libro una lectura deliciosa. Traducción de Claudia Méndez Arriaza.

“CIA Guatemala Operación PBSUCCESS” (Tipografía Nacional, 2009)

Nicholas Cullather
El autor, antiguo investigador de la Agencia de Inteligencia Americana, hace en este libro un recorrido por los documentos desclasificados de la CIA en relación al golpe de Estado en Guatemala en 1954. Estos documentos nos develan de manera fría, lo que en nuestra historia siempre fue un secreto a voces, la planificación desde las altas esferas del Gobierno de Estados Unidos del derrocamiento del presidente Jacobo Arbenz y la revolución guatemalteca.

“Diarios de aprendices”

(Magna Terra, 2009)
César Brañas
(Edición a cargo de Alejandro Sequén-Mónchez)
Por primera vez se reúnen en un sólo volumen los diarios de uno de los pilares fundamentales de la literatura nacional del siglo XX, un documento central en nuestras letras que hace casi parte de la leyenda. Apuntes cotidianos, reflexiones, comentarios, disgregaciones resultados de una inteligencia lúcida y privilegiada. Brañas los hacía publicar en ediciones mínimas y los regalaba a sus amigos para navidades. Ahora todos podemos disfrutar del regalo.

“El dulce recorrido de mi fin” (Editorial Cultura, 2009)

Gabriela Navassi
Un libro que reúne la obra de esta sorprendente poeta muerta a los 31 años. Una voz que nos introduce en los laberintos del cuerpo, la enfermedad, el dolor, la esperanza, el amor y la condición humana, a partir de un extraño lirismo casi susurrado al oído. Una de las mejores aportaciones a la poesía nacional contemporánea.

“Muerte de Pedro de Alvarado” (Tipografía Nacional, 2009)

V.V.A.A.
Reunión de textos que tratan las circunstancias de la muerte del conquistador, a partir de diferentes frentes y puntos de vista. Las crónicas indígenas de Michoacán, los textos de los cronistas Mota Padilla y Antonio de Fuentes y Guzmán y cartas escritas por el propio Alvarado a Hernán Cortés y al Ayuntamiento de Guatemala.

“Los Zopilotes y Su segunda muerte”

(Ediciones del Pensativo, 2009)
Luis de Lión
Reedición de los dos primeros volúmenes de cuentos de este autor fundamental de nuestras letras contemporáneas. Nacido en San Juan del Obispo en 1939, el autor fue desaparecido por el Ejército en 1984, truncando así una de las obras literarias más importantes de la Guatemala del siglo XX. Estos relatos nos hablan de la vida rural, como nadie nos ha hablado desde entonces, resultados de lucidez a veces atormentada y de una profunda solidaridad con los desposeídos.

“La vida es sueño”

(F&G editores, 2009)
Marco Antonio Flores
Recopilación de la más reciente narrativa breve del autor de “Los compañeros”. Son 12 cuentos que parten de la memoria, la desesperanza, de la implacable lucidez que dan los años y la distancia. “Escribir es soñar despierto. O más bien, inscribir en un papel lo que siempre se sueña despierto”, nos recuerda Flores y se pregunta “Qué chingados es finalmente la literatura sino la explicación o el intento de explicarse la vida”.

“El Andalón”

(Editorial Cultura, 2009)
Luis Alfredo Arango
Otro libro fundamental, la reunión de la obra poética de Luis Alfredo Arango, una de las más altas voces de la literatura nacional de los últimos 50 años. Este volumen debería de ser de lectura obligatoria para todo aquel que se asuma como guatemalteco. Leer a Arango es algo así como hacer patria, apuntarse, a pesar de todo, a la esperanza de un mundo más humano, más justo, más poético.

“Diario de Navegación” (Tipografía Nacional, 2009)

Cristóbal Colón
Otra valiosa reedición de la Tip. Nac. de uno de los documentos fundamentales para entender nuestra historia. “El Diario de Cristobal Colón” es un texto que narra el descubrimiento de América desde sus propios orígenes, en donde el navegante registra cada día las vicisitudes de un viaje que le revelará un nuevo mundo. Todo está por verse y por decirse. Todo está por nombrarse.

“Narrativa Breve” (Tipografía Nacional, 2009)

Adolfo Méndez Vides
Un libro que reúne la obra cuentística de una de las figuras centrales de la narrativa guatemalteca actual. Un volumen que recupera textos aparecidos en ediciones de poco tiraje y algunos otros que estaban desperdigados en periódicos y revistas que nos dan una visión panorámica de la evolución de su autor. Adentrarse en ellos es descubrir facetas casi inéditas en nuestra literatura, debidas a imaginación desbordada y a un estilo propio, fresco y desenfadado.

“Tatologías” (Ediciones

del Cadejo, 2009)
Luis Eduardo Rivera
(Ilustraciones de Jacobo Rodríguez Padilla)
Luis Eduardo Rivera ha hecho del apunte el principal fundamento de su importante obra literaria. Apuntes que se escriben desde los márgenes de la vida común, desde la disidencia, desde lo que el poeta Carlos Martínez Rivas llamaría “la insurrección solitaria”. Este libro reúne parte de esos apuntes, los que por alguna razón no cupieron en obras emblemáticas del autor como “Velador de noche/Soñador de día” u “Oficio de lector”.

“Los muertos deben morir” (Artemis Edinter, 2009)

Felipe Valenzuela
Reunión de los textos literarios de Felipe Valenzuela, cuya trayectoria periodística es una de las más reconocidas en la actualidad. Sin embargo, el autor llegó al periodismo por la literatura y nos ha entregado algunas obras de teatro, muchas canciones, ciertas columnas que le deben más al relato breve que a la fría actualidad y muchos cuentos recopilados en este volumen y en otro anterior, “Antología demente”.

“Pepe Batres íntimo”

(Tipografía Nacional, 2009)
José Arzú
En el bicentenario del nacimiento del poeta (e inventor de nuestra literatura) se reedita (¡por fin!) este documento central en la historia cultural guatemalteca. José Arzú hace una excursión, como él mismo la llama, a la intimidad de José Batres Montufar, y en el paseo recupera cartas, notas, apuntes, anécdotas, testimonios, escritos que nos dan una panorámica de la vida del escritor y de la Guatemala del siglo XIX.

“El discurso del loco”

(F&G editores, 2009)
Carol Zardetto
Cada cuento de este libro corresponde a una figura del tarot, y a través de ellos nos introducimos en un universo en donde los vagabundeos de la imaginación son la regla. Relatos escritos desde el placer de contar, de crear, de transformar en literatura las fascinaciones, las revelaciones, los asombros que nos va regalando la vida cotidiana.


Respuestas

  1. ACOTACIONES A CINCO LIBROS PUBLICADOS EN GUATEMALA, 2009

    Por: Ariel Batres Villagrán

    El 19 de diciembre de 2009 el periodista y escritor guatemalteco Luis Aceituno (1958- ), publicó en el diario “elPeriódico” la reseña de 16 obras editadas en el país, todas de autores nacionales, misma que lleva el título de Los libros de 2009. Véase http://www.elperiodico.com.gt/es/20091219/cultura/129670/

    En virtud que al final del artículo dicho diario invita al lector a emitir los comentarios respectivos, el suscrito se tomó la libertad de enviar los que consideró pertinentes en fechas 23 y 27 de diciembre de 2009. Por considerar que las acotaciones pueden ser aprovechadas por un grupo más amplio de interesados en la producción literaria de Guatemala, a continuación se transcriben para quienes deseen utilizar las mismas, con los mismos subtítulos y fechas correspondientes a su envío original, incluyendo leves modificaciones o adiciones de imágenes y notas a pié de página. Los libros que se reseñan en el presente ensayo son los siguientes:

    • Gustavo Porras Castejón; Las huellas de Guatemala (F&G editores, 2009)
    • Francisco Goldman; El arte del asesinato político (Anagrama, 2009)
    • César Brañas; Diarios de aprendices (Magna Terra, 2009)
    • José Arzú; Pepe Batres íntimo (Tipografía Nacional, 2009)
    • Catalina Barrios y Barrios; Enrique Gómez Carrillo en el Periodismo Guatemalteco Siglo XIX. Guatemala: Asociación Enrique Gómez Carrillo. Editorial Oscar de León Palacios, 2009.

    Cabe hacer notar que el último libro que aquí se menciona no aparece en la lista de los 16 que Luis Aceituno incluye en su artículo. Se agrega por simple decisión personal, fundamentada en la importancia que pueda tener para los lectores, de disponer en un solo compendio la producción periodística publicada en Guatemala por el Cronista Errante entre 1898 y 1908.

    Comentarios a tres libros: Las huellas de Guatemala, El arte del asesinato político y Diarios de aprendices.
    Guatemala, 23 de diciembre de 2009

    Gustavo Porras Castejón; “Las huellas de Guatemala” (F&G editores, 2009)

    Según la descripción que Luis Aceituno incluye en su artículo, el libro se refiere a:

    “La historia contemporánea de Guatemala vista a través del relato autobiográfico de uno de sus más singulares protagonistas. Provisto de un talento narrativo inusual en este tipo de relatos, Porras Castejón nos hace un recorrido que va del anticomunismo cristiano a la Teología de la Liberación, del compromiso social y la militancia a las luchas guerrilleras, para desembocar en el proceso que culminó con la Firma de la Paz.”

    Esta es una obra donde su autor trata de explicar sus propios orígenes, de su paso por el grupo “Cráter” en la década de los 60, de su renuncia al NORC-EGP en 1972 y del EGP en febrero de 1984. Describe las relaciones personales que tuvo con personajes de la historia inmediata como lo fueron Pablo Monsanto, Rolando Morán, Mario Payeras, Mario Carpio Nicolle, Mario Solórzano Foppa, Roberto Bonini, Otto Pérez Molina, Helen Mack, Ramiro De León Carpio, Álvaro Arzú, Arnoldo Kuesterman, Raquel Zelaya y otros. Toda una gama de personajes en una historia de más de 36 años.

    El capítulo VIII de la obra, que trata sobre el proceso que llevó a la firma de la paz en 1996, muy bien expuesto. Contiene relatos interesantes y útiles para el análisis, sobre todo porque incluye datos y hechos cuyo tratamiento en público era desconocido, como por ejemplo los arreglos para liberar a la Sra. Novella después de su secuestro y su canje por el “comandante Isaías”, que concluyeron con la separación de Rodrigo Asturias del grupo que firmaría el último acuerdo de paz, siendo sustituido por Jorge Rosal.

    Sin embargo, en los capítulos I al VII es una lástima que el autor se perdió y no describió lo que pudo haberse considerado como “las huellas de Guatemala”, sino las propias, toda vez que se trata de relatos autobiográficos, incluyendo hasta las enfermedades de que padeció.

    No obstante, el autor aporta anécdotas y breves comentarios que podrían tomarse como simbólicos para el período de 36 años de enfrentamiento armado interno, que si se leen en paralelo con otros textos que tratan sobre dichos temas, darán lugar a confirmar la validez de sus asertos, como ocurre por ejemplo con la publicación del “Documento de marzo”, de 1966, y de otros dos incluidos en la recopilación recientemente publicada con textos de Rolando Morán y el EGP.

    ¿Qué pasó en las poblaciones que ocupó el EGP, qué hicieron los comandantes del mismo, qué actos de guerra realizaron, cómo vivieron del oropel en las capitales europeas mientras en Guatemala “los muchachos de antes” morían en las montañas y en la ciudad? Acerca de esto nada comenta Gustavo Porras, como que se autocensura. De pasada menciona que tomaron la población de Joyabaj conviviendo con la población, pero ahí se queda; es mejor leer el texto publicado por AVANCSO: Simone Remijnse; “Memorias de Violencia -Patrullas de Autodefensacivil y la herencia del conflicto en Joyabaj, Quiché-”. Guatemala, 2005.

    De igual forma, Porras tampoco cuestiona el insignificante papel de la URNG como partido político después de 1996.

    Francisco Goldman; “El arte del asesinato político” (Anagrama, 2009)

    Para Luis Aceituno, en el artículo en mención:

    “El escritor guatemalteco-estadounidense Francisco Goldman, narra los hechos ocurridos tras el asesinato de monseñor Juan Gerardi, en un texto, resultado de una exhaustiva investigación, que es como una novela negra hecha exclusivamente de sucesos reales. Intrigas, conflictos y dudas se mezclan con escenas de humor y sarcasmo que hacen del libro una lectura deliciosa. Traducción de Claudia Méndez Arriaza.”

    En agosto de 2009 quien esto escribe publicó un breve ensayo, intitulado: “El arte del asesinato político, una novela policial” (Ver: http://www.monografias.com/trabajos-pdf2/arte-asesinato-politico-novela-policial/arte-asesinato-politico-novela-policial.shtml).

    Entre otros comentarios, quedó anotado lo siguiente:

    “El 4 de noviembre de 2007 al autor de estas líneas expresó su opinión -inédita- acerca del libro de Francisco Goldman, The Art of Political Murder: Who didn’t kill the Bishop? (2007); algunas de las páginas de la obra del norteamericano-guatemalteco (traducidas del inglés al español) fueron publicadas cuatro días antes por la prensa local, incluyendo entrevistas al mismo, así como a uno de los señalados como posible participante en el asesinato del prelado.

    Lo curioso para algunos es que la divulgación de la primera edición en inglés de dicho libro o novela policial, se efectuó en septiembre de 2007 y la resonancia en los medios de comunicación ocurrió a escasos cuatro días de las elecciones generales para Presidente de la República de Guatemala. Han pasado casi dos años y la opinión del autor de estas líneas no ha variado; por ello se transcribe literalmente, más adelante. Al mes de julio de 2009, vio la luz en Guatemala la edición en español, y no faltaron quienes señalaran de tendenciosa y oportunista la nueva difusión, con algunos agregados respecto a la versión original, en virtud que precisamente en ese mes se anunció que el padre Mario Orantes había solicitado salir de la cárcel -a la que fue condenado a 20 años- en razón que ya han pasado 10 y él ha estado bien portado, dando consejos y celebrando misas en el centro penitenciario donde está recluido, y por tanto considera que le es aplicable lo establecido en la Ley de Régimen Penitenciario, vigente a partir del 6 de abril de 2006, la cual permite que una sentencia pueda reducirse al 50%, toda vez que por dos días de trabajo se le resta un día a los años de prisión.

    A la fecha, y después de haber leído la obra de Goldman, amén de haber confirmado algunas hipótesis, siempre quedan sombras alrededor de quién ordenó, planificó y asesinó al obispo Juan Gerardi Conedera en la noche del 26 de abril de 1998.

    Por tal razón, seguidamente se contraponen ambas opiniones, esbozadas con más luces que sombras, habida cuenta que el autor de la novela policial en cuestión no resuelve el caso, deja para después la confirmación de varios de sus señalamientos.”

    César Brañas; “Diarios de aprendices” (Magna Terra, 2009)

    La síntesis presentada por Luis Aceituno en su artículo es como sigue:

    “Por primera vez se reúnen en un sólo volumen los diarios de uno de los pilares fundamentales de la literatura nacional del siglo XX, un documento central en nuestras letras que hace casi parte de la leyenda. Apuntes cotidianos, reflexiones, comentarios, disgregaciones resultados de una inteligencia lúcida y privilegiada. Brañas los hacía publicar en ediciones mínimas y los regalaba a sus amigos para navidades. Ahora todos podemos disfrutar del regalo.”

    De los cinco diarios de César Brañas (1899-1976), únicamente había leído dos en su edición original. Tanto anhelé disponer de todos los diarios, que la compilación elaborada por Alejandro Sequén-Mónchez superó con creces el deseo, pues incluye dos adicionales -para sumar 7-. El lector interesado se dará por bien servido al adentrarse en las reflexiones de Brañas acerca del mundo artístico, literario, del día a día, así como sus críticas a los políticos, a la iglesia, al gobierno de turno y -por qué- a literatos y poetas de la época en que escribe cada diario.

    Una muestra de sus frases agudas y sarcásticas es la siguiente, tomadas de la edición que se comenta:

    “LA PEREZA nos hace estar de acuerdo con las ideas comúnmente admitidas y con los órdenes establecidos; luego, la pereza es el mejor aliado de toda tiranía. No la combatas -en los demás-, Tiberio.” (Página 74)

    “CIERTOS SIMPATIZANTES de una causa, y de los más ardorosos, y que por tanto parecerían los mejores auxiliares de esa causa, nos hacen odiarla. El adepto intransigente o repulsivo es el más eficaz aliado de nuestros enemigos.” (Página 77)

    “EL «ESCRITOR», exige de nosotros que vivamos de rodillas en su alabanza, que celebremos todas sus palabras, todos sus chistes, y no solamente sus triunfos. Exige eso y nada menos, aunque no se atreva a declararlo. El escritor fracasado, el escritor amargado, es aquel que no tuvo un coro de lisonjeadores que le diera a tiempo la impresión del triunfo, la fácil satisfacción del amor propio halagado.” (Página 91)

    “PLACER de tropezar con la flor de la inocencia:
    —De funcionario, yo no sabría robar…
    —No te preocupes por pequeñeces. Se aprende fácilmente, y tú tienes inteligencia, desparpajo y honradez.” (Página 131)

    “UNA DECEPCIÓN de la crítica: comprobar qué cosa tan fácil es hallar los defectos en las obras ajenas. Hasta los que suponemos que son defectos o errores. E incluir con agrado y suficiencia hasta los que pueden ser erratas de imprenta. O «erratas» de la naturaleza.” (Página 159)

    “SE ME RECONVIENE porque saludo con mucha reverencia a un tal que pasa o actúa con gran prosopopeya, muy pagado de sí. No se me difame por ello. Me explico:
    —Tiene un gran empaque. Carece de talento. No anda bien de escrúpulos. Le sobra ambición. Cualidades relevantes en cualquier parte. Puede llegar a ser un alto funcionario o de importantes empresas privadas. Yo, sencillamente, me preparo para el porvenir. No me ganarán en servilismo quienes lo adulen después, cuando haya llegado. Observen sus zarpas…
    (Se, sin embargo, que quienes adulen de último serán los primeros en el provecho. Doble motivo para sonreír).” (Página 206)

    “MI AMIGO, que andaba un poco en desuso, exclama hecho unas pascuas: —Ahora sí se ha implantado la democracia… ¿Qué empleo me aconsejas que solicite?
    Estoy por decirle que el de barrendero en el palacio del Gran Visir, pero me doy cuenta que mi amigo confunde la democracia con la burocracia, como tantos miles y miles de honestos ciudadanos.” (Página 276)

    “ESCRIBÍA Alfonso Reyes hacia 1957: «Dijo el paradojista: —Si copio un libro, soy un plagiario. Si copio una docena, soy un investigador». Evidentemente. Lo mismo se ha dicho del ladroncillo que hurta unas monedas en contraposición al alto burócrata o banquero… que sabe hacer las cosas en grande. Casi, como debe ser. (No se reproche esta moral: es la de la época, o, ¡ay!, la de todos los tiempos…).” (Página 276)

    “EL FETICHISMO de los pueblos que glorifican, y adoran en los altares que erigen, a los déspotas que los explotan y los apalean. Y a los escritores que los adulan o denigran a los que explotan su folclor y sus debilidades.” (Página 295)

    En el ocaso de su vida, César Brañas anotó para los escritores-periodistas, como él mismo fue:

    “Creerse importante: he ahí la más placentera satisfacción cosechada en esos trances de la oscura carrera y que bien valen, transitoriamente, las que se obtendrían por unos cuantos libros de valor, que no queda tiempo ni sosiego, ni savia ya, para elaborar. Se ha vivido y se ha perdido la vida. Y de las estimaciones supuestas no queda nada, de ordinario. Se ha servido a quienes tenían un interés de momento y nada más. No se haga demasiadas ilusiones el escritor-periodista. Sirva por servir y goce en servir, mientras no se caiga de su mano la simbólica pluma (llamada a veces de ganso, llamada a veces de pavorreal…” (Página 321)

    Finalmente, me permito recomendar la lectura de Brañas, César; “Las guarias de febrero”. Guatemala: Colección Biblioteca Guatemala, Tipografía Nacional, 2000. 126 pp. Un ensayo con digresiones acerca de dicha novela, publicado el 30 de septiembre de 2009, se encuentra en:

    http://www.monografias.com/trabajos-pdf2/digresiones-novela-branas-guarias-febrero/digresiones-novela-branas-guarias-febrero.shtml

    ACERCA DE “PEPE BATRES ÍNTIMO”
    Guatemala, 27 de diciembre de 2009

    José Arzú; “Pepe Batres íntimo” (Tipografía Nacional, 2009)

    Para el periodista Luis Aceituno:

    “En el bicentenario del nacimiento del poeta (e inventor de nuestra literatura) se reedita (¡por fin!) este documento central en la historia cultural guatemalteca. José Arzú hace una excursión, como él mismo la llama, a la intimidad de José Batres Montufar, y en el paseo recupera cartas, notas, apuntes, anécdotas, testimonios, escritos que nos dan una panorámica de la vida del escritor y de la Guatemala del siglo XIX.”

    ¿Cuántos actos públicos tuvieron lugar en 2009 para conmemorar el bicentenario del naciemiento de José Batres Montúfar (18 de marzo de 1809 – 9 de julio de 1844)? Lo más seguro es que ninguno y si los hubo no se les dio la debida publicidad para interesar a los jóvenes, razón por la cual es de alegrarse que la Tipografía Nacional haya editado nuevamente la obra de José Arzú (1888-1944, hijo de Juan Arzú Batres y por ende descendiente del bardo), quien publicó originalmente “Pepe Batres íntimo. Su familia, su correspondencia, sus papeles”. Prólogo de César Brañas. Guatemala: Tipografía “Sánchez & de Guise”, 1940.

    En el centenario de su nacimiento en 1909 hubo actividades para su glorificación durante el gobierno del dictador de los 22 años, Manuel Estrada Cabrera; hasta un busto se le mandó a hacer, el cual fue motivo de mofa por parte de José Arzú en su obra radiofónica “Diálogo de los bostezos”, una sátira bien lograda por medio de la parodia de una supuesta charla entre Batres Montúfar y Miguel García Granados, tratando de explicarse la razón que tuvo el gobierno para erigir un busto pequeño para el bardo y un monumento grandioso para el ex Presidente de Guatemala. Véase: Arzú, José; “El diálogo de los bostezos y otros motivos nacionales”. Escenificaciones para radioteatro. Guatemala: Tipografía Nacional, 1945.

    Con ocasión del centenario de su fallecimiento el gobierno del dictador de los 14 años, Jorge Ubico, también preparó actos dispendiosos. Empero, la salida abrupta del “Tatite” Ubico del poder en el mes de julio, dieron al traste con los preparativos, por lo cual una Asociación organizada ex profeso colocó una placa conmemorativa en la casa donde residió sus últimos años, situada frente al actual Parque Colón.

    Pepe Batres, además de poeta fue militar -estudió Ciencias puras y artillería, graduándose como Oficial de artillería (1825), subteniente de artillería por sus excelentes conocimientos de matemáticas en 1827 y capitán/comandante en 1838-, escritor satírico de poemas en verso, jefe político de Amatitlán, diputado e ingeniero agrimensor graduado en la Universidad de San Carlos de Guatemala (1835). En 1828 fue capturado después de la batalla de Mejicanos en El Salvador, estando en la cárcel durante poco más de un año, junto con Miguel García Granados; en 1829 le hacen compañía en la prisión los hermanos Juan y Manuel Montúfar y Coronado -tíos suyos- y Antonio José de Irisarri; sale libre el 13 de agosto de 1829. De Irisarri se acuerda años después, cuando lo menciona en carta enviada desde Granada, Nicaragua, en fecha 15 de abril de 1838, donde se encontraba a la espera de regresar a Guatemala después de la malograda misión que se le encomendó de tomar las medidas y dimensiones del río San Juan, para determinar si era factible la construcción del Canal de Nicaragua. En dicha carta, Batres Montúfar efectúa una evaluación de la situación política del país, señalando:

    “Muchas casacas y charreteras encontraré en Guatemala que parecerán una farsa representando lo que fuimos en otro tiempo; sería la mayor injusticia dejar en el destierro a los compañeros de los actuales, únicos y verdaderos defensores de Guatemala, de quienes se ha echado mano viendo por experiencia que sólo ellos pueden traer tranquilidad y honor a la patria: y ellos mismos no deben permitir que se les trate como esclavos para servirse de ellos y arrojarlos en la inmundicia cuando ya no se necesitan: esta es la ocasión de recobrar sus derechos y hacerlos respetar de un modo más efectivo que la primera vez, supuesto que los pueblos están desengañados que la tiranía de un partido no es lo que compone las leyes ni el bienestar del país, y que sus tribunos no han partido con ellos los despojos de sus hombres de bien: yo gritaría alarma con todo mi corazón si no estuviera tan resuelto a no volver a echar sobre mis hombros la ensuciada librea de Centroamérica, en lo que me parezco bastante a la campana de Irisarri.” Página 198 de la edición de 1940.

    Para los lectores interesados en la obra de Batres Montúfar, nada mejor que analizar su correspondencia, sus papeles y documentos salvados de las llamas a que la familia condenó buena parte de sus manuscritos, por el interés de José Arzú en darlos a conocer para poder juzgar al hombre y su obra. En dichas cartas encontrará el investigador o estudiante que si abril de 1838 el vate -después de enterarse que Rafael Carrera ingresó a la ciudad de Guatemala deponiendo al gobierno- lo califica de salteador y promete -recién recuperado de las fuertes fiebres que le aquejaban en Nicaragua donde días antes falleció su hermano Juan- que “los dos o tres meses que me quedarán de vida los emplearía en seguir a ese hombre como su sombra y morir de gusto al despedazarle las entrañas.” Página 72 de la edición de 1940. Empero, al regresar a Guatemala es incorporado al ejército de Carrera en agosto de 1838 con el grado de capitán/comandante en la brigada de artillería. El 17 de marzo de 1840 el general Francisco Morazán invade Guatemala, tomando la plaza central; es vencido dos días después por las fuerzas de Carrera, participando Batres Montúfar en las acciones para construir aceleradamente una fortificación con cajones vacíos -tratando de engañar al enemigo- batalla que aunque victoriosa fue un total desorden y de gran carnicería. Por su participación le fue otorgada el 21 de mayo “Patente y medalla por la defensa de la ciudad de Guatemala el 18 y 19 de marzo de 1840”. Páginas 74 y 215 de la edición de 1940.

    Se resaltan los detalles anteriores, sólo algunos de la vida de José Batres Montúfar, para explicar el por qué de la importancia en la reedición de la obra de José Arzú, el que con las cartas y documentos privados del poeta presenta otras facetas de quien en vida no fue sólo poeta romántico y versificador satírico.

    Como complemento, bien vale la pena insertar el poema que César Brañas le dedicara al bardo, cual poeta olvidado injustamente en Guatemala:

    (1844)

    No lo vieron, no, no lo vieron.
    Tuvo amigos oscuros, inciertos confidentes;
    tuvo amantes fugaces, platónicas novias.
    Pero no lo vieron, ay, no lo vieron.

    Sus amigos decían: ¡que genio tan extraño!
    Sus amantes decían: ¡qué ardor tan frío!
    Y no lo vieron, no lo vieron. ¡Y se desangraba!

    El viento lo amortajó en sus brumas;
    el silencio cayó sobre él.
    No se sabe, torvo, por qué sendero se fue.

    Otros vinieron y por él preguntaron.
    Nadie lo conoció en sus días, nadie.
    Nadie sabe por dónde se fue.

    Y anda en leyendas y madrigales;
    lo repiten las novias, lo cantan los niños;
    pero sus hermanos no lo vieron, no.

    Y es el crimen de todos los tiempos,
    y es la tristeza de todos los siglos.
    ¡Es tan deslumbrante su luz
    que nadie la ve!

    1844 es el año en que murió José Batres Montúfar. Por la estructura y contenido del poema, seguramente está dedicado a éste. Cuando Brañas indica: “Y anda en leyendas y madrigales”, está recordando las tradiciones de la Guatemala colonial, contadas por Batres en El Relox, Don Pablo y Las falsas apariencias. El madrigal repetido por novias y hasta niños, no puede ser otro más que Yo pienso en ti.
    El poema fue publicado originalmente en Brañas, César; Raíz desnuda: (1939-1952). Guatemala: Unión Tipográfica, 1958.

    Se incluye también en:
    • Brañas, César; Poesía esencial. Antología. Compilador, Francisco Morales Santos. Guatemala: Ministerio de Cultura y Deportes, Editorial Cultura, 2004. Página 105.
    • Meléndez de Alonzo, María del Carmen. Raíz Desnuda de César Brañas: Una aproximación hermenéutica. Guatemala: 1ª edición. Editorial Universitaria, Universidad de San Carlos de Guatemala, 2005. Página 122.

    Para completar la conmemoración del Bicentenario, y aunque fuera en el 2010, bien haría la Tipografía Nacional en publicar de nuevo las siguientes obras:

    • Batres Jáuregui, Antonio; José Batres Montúfar (su tiempo y sus obras). Edición príncipe, 1910. Guatemala: Biblioteca Guatemalteca de Cultura Popular “15 de Septiembre”, Duodécima serie, Volumen 118. Ministerio de Educación Pública. Guatemala, 1982.

    • Beltranena Sinibaldi, Luis; Exaltación de José Batres Montúfar. Editorial Académica Centroamericana, S.A, 1981.

    • Cifuentes, José Luis; José Batres Montúfar. Guatemala: Biblioteca Guatemalteca de Cultura Popular, Volumen 26. Editorial del Ministerio de Educación Pública, 1958.

    • Cruz, Fernando; José Batres Montúfar. Escrita originalmente en febrero de 1889. Guatemala: Segunda edición. Volumen 19. Biblioteca Guatemalteca de Cultura Popular “15 de septiembre”. Impreso en los talleres del Ministerio de Educación Pública, junio de 1957.

    • Recinos, Adrián; Poesías de José Batres Montúfar. Guatemala: Colección Contemporáneos 62. Centro Editorial “José de Pineda Ibarra”, Ministerio de Educación Pública, 1962. Tercera edición con base en la primera publicada en Madrid en 1924.

    GÓMEZ CARRILLO EN EL PERIODISMO GUATEMALTECO
    Guatemala, 27 de diciembre de 2009

    Catalina Barrios y Barrios; “Enrique Gómez Carrillo en el Periodismo Guatemalteco Siglo XIX”. Guatemala: Asociación Enrique Gómez Carrillo. Editorial Oscar de León Palacios, 2009.

    En la edición del Diario de Centroamérica, correspondiente al 1 de febrero de 1893, Enrique Gómez Carrillo (Guatemala, 27 de febrero de 1873 – París, 29 de noviembre de 1927), escribió en su columna de Crónicas Parisienses, la que intituló como “Libros nuevos Paul Bourget. Maurice Du Plessys. Jean Madeline”. Llama la atención que inicie en la forma siguiente:

    “No voy a hablar de todos los que en este último mes han salido de las prensas parisienses porque eso me sería imposible. Francia es sin duda el país que más produce y el crítico que quisiese, aunque no fuera más que citar todas las semanas los títulos de las obras que acaban de aparecer, tendría necesidad de algunas columnas de periódico.

    Y no se crea que esas obras nuevas son siempre novelas; el ingenio galo no es siempre ingenioso, y lo mismo sabe contar las historias galantes que revolver el polvo de las bibliotecas, que hace renacer las épocas muertas y lejanas. Hoy, sin embargo, no hablaré sino de lo ligero, dejando para otro día más tranquilo el examen de los grandes infolios del buen editor Garnier y de la librería Quantin.” Página 181 de la edición citada.

    Se transcribe lo anterior para destacar que si bien el artículo de Luis Aceituno efectúa la reseña de 16 libros de autores nacionales publicados en el 2009, no están todos lo que son ni son todos los que están. Faltan muchos más y como bien señaló Gómez Carrillo, para glosar todos los libros impresos en este año que termina “tendría necesidad de algunas columnas de periódico”. Si en 1893 Francia producía “muchos” libros, entre ingeniosos o no, el llamado “Cronista Errante” no indica cuántos, es de imaginarse que en la época actual la producción literaria debe ser mayor. Para el caso de Guatemala, en forma sintética Aceituno trata de reseñar los que a su criterio pueden constituir una adecuada selección; es claro que existen otros más.

    Entre los no mencionados para 2009 conviene citar el de Catalina Barrios y Barrios -“Enrique Gómez Carrillo en el Periodismo Guatemalteco Siglo XIX”. Cabe reconocer el doble esfuerzo realizado por la autora, pues en tanto elaboraba su “Estudio Histórico del Periodismo Guatemalteco (Época Colonial y Siglo XIX)” Guatemala: Editorial Universitaria, 1997, a la vez efectuaba la recopilación de las crónicas enviadas por Gómez Carrillo a los diarios guatemaltecos. La autora ofrece en la Introducción y en el Prólogo (páginas 11 a 27) una somera descripción de la vida y obra del cronista, enfocándose en su papel de hábil reproductor de las sensaciones que le producían diversos actos de la vida cultural, política y social de París en particular y de Europa en general, las cuales entregaba como colaboraciones a los diarios de Guatemala antes y después de partir del país en forma definitiva (1891). Aunque sus 83 libros los firmó con su nombre (la autora dice que fueron 80), en el caso de las crónicas o artículos periodísticos utilizó por lo menos 6 pseudónimos en su columna “La Charla de los Domingos”, entre los cuales: Mobarek, Lucano, Andrómida, Vulcano, Pompilio, Doctor Fausto. En otra serie de artículos se vale de hasta 9 pseudónimos, como Calamidad, Mingo Revulgo, Ningo Cuvulgo, Tijeril, Juvenal y Ariel.

    Si para el autor de “Esquisses” (1892), su primer libro (reeditado en Guatemala, 2005), “los tontos son iguales en todas partes”, según se lee en su crónica periodística del 24 de febrero de 1890 publicada en El Imparcial (página 54 de la edición citada), los críticos de obras literarias no obstante que deben respetar a quienes cuestionan, a la vez tienen la obligación de ser justos y severos, y hasta groseros si es necesario porque “la crítica no representa el papel de los eunucos en la literatura”.

    Catalina Barrios y Barrios no interrumpe al lector de los artículos y crónicas de Gómez Carrillo, con las clásicas citas a pié de página para aclararle el significado de una palabra, sobre todo las provenientes del francés, ni para informarle quién fue determinado autor de entre los cientos que menciona el cronista. Esto es, deja al lector la responsabilidad de hacerlo, en tanto le interese ampliar o comprender mejor el alcance de determinada expresión o referencia bibliográfica. Y hace bien la autora de la compilación, diferenciándose por ejemplo de los trabajos publicados en su oportunidad respecto a los artículos periodísticos escritos por Miguel Ángel Asturias o José Martí, tan sólo para citar dos ejemplos del excelente esfuerzo desarrollado por la Colección Archivos, ALLCA XX, Madrid, misma que en 1988 (No. 1) y 2003 (No. 43), respectivamente, publicó la edición crítica de la producción periodística de ambos autores.

    Los artículos incluidos en la recopilación de Barrios y Barrios fueron publicados en Guatemala entre los años 1889 a 1899 y en prácticamente todos se aprecia el desenfado con que escribe Gómez Carrillo, el que así como alaba la obra de literatos, pintores, artistas de teatro y de la ópera, también cuestiona el papel representado por cada uno de los mismos, aclarando en por lo menos tres oportunidades que en lo que respecta a las escuelas literarias, éstas le interesan sólo por sus obras y no por sus teorías (páginas 193, 246 y 324 de la edición citada).

    Aunque no muy interesado en el campo de la política y los políticos, lo suyo es la literatura y las crónicas, Gómez Carrillo no por ello deja de lado esta temática. Criticando a los políticos corruptos; para él: “Lo admirable no es que haya habido tanto hombre capaz de venderse por un cheque de a un millón, sino que haya habido millones suficientes para comprar a tanto hombre.” (10 de febrero 1893, página 184). Y para referirse a un candidato a diputado en Francia, le llama tradicionalista, no por ser un conservador en las ideas: “¿Sabéis por qué? Porque sigue la gran tradición de los diputados que cobran sus dietas sin servir.” (11 de octubre 1893, página 232). Y como en Francia se discutía un proyecto de ley que pretendía derribar los muros que dividían la ciudad del resto del país, para evitar la invasión de inmigrantes, no deja de anotar en forma satírica: “Si yo fuese diputado, hablaría de esta suerte cuando se discutiese tal escrito: ‘Señores: vosotros queréis demoler las murallas que fueron construidas hace medio siglo, por nuestros predecesores y estáis en vuestro derecho porque uno de los más sagrados deberes del parlamento es deshacer lo que otros hicieron y hacer lo que otros vendrán a deshacer (…)’.” (6 de julio 1895, página 328).

    Si al ex Presidente Juan José Arévalo (1904-1990) se debe la creación de la Facultad de Humanidades en 1946, no por ello desmerece recordar que el mismo Gómez Carrillo, quien nunca terminó la escuela primaria y por ende tampoco obtuvo un título universitario, le escriba una carta al Dr. Santos Toruño, Ministro de Instrucción Pública de Guatemala, recomendando que en la educación superior se deje de enseñar a los alumnos la filosofía positivista de Augusto Comte, la que si bien fue modelo en su momento -sobre todo en la época del dictador liberal Justo Rufino Barrios (1835-1885)- a la fecha en que escribe -26 de diciembre de 1894- ya está pasada de moda, razón por la cual sugiere que en la Guatemala laica y liberal del gobernante José María Reina Barrios (1853-1898) se permita a los profesores y alumnos gozar de libertad:

    “En resumen los textos oficiales en las clases superiores (filosofía, álgebra, literatura, derecho, etc.) son nocivos a la libertad intelectual; y cuando la libertad intelectual desaparece, el gusto por el estudio deja de existir. (…) … Y en cuanto a los peligros para las instituciones liberales que puedan derivarse de la pluralidad de métodos filosóficos, verdaderamente son tan pequeños que ni siquiera parecen dignos de ser tomados en cuenta.
    Otros de los puntos flacos de nuestra organización escolar, me parece ser la falta absoluta de una facultad de Filosofía y Letras…
    (…) Así, un bachiller se encuentra hoy en Guatemala, menos instruido que un bachiller de mediados de siglo, pues ni sabe algo más de geografía o de álgebra que antes, en cambio ignora por completo la gracia de Virgilio, la austeridad de Séneca y la elocuencia de Cicerón, mientras que su compañero de hace cuatro lustros apenas era un poco menos instruido en física o química y en recompensa, podía gozar del perfume penetrante y amable de las flores latinas. Quitar todo un curso para extender algo más otros varios cursos, equivale a dar muchas monedas de cobre por un escudo de oro.” (Extractos de páginas 307 a 308).

    Las ideas de Gómez Carrillo fueron aplaudidas por Joseph Capelli en artículo publicado el 18 de enero de 1895, señalándole que:

    “El actual plan de estudio de su país, con su carácter esencialmente positivista y utilitario, aunque poco o nada útil, es enemigo declarado de las letras como lo voy a probar.
    (…)
    Continúe Ud., su saludable propaganda, mi estimado amigo; persuadido que aquí en su país hay compatriotas, tales como el actual Ministro del ramo, el doctor Toruño y otros muchos cuya ilustración les ha de haber hecho notar esa grave falta que existe en el plan de estudios secundarios no sólo, sino que también la necesidad tan sentida en el país de crear una facultad de filosofía y letras, abriendo así nuevos horizontes a la despejada inteligencia de los jóvenes guatemaltecos y centro americanos. Y animados como están de la mejor buena voluntad e impulsados por un justo orgullo patrio, si ya no lo han hecho es de esperar que no tardarán en aconsejarlo al General Reina Barrios, el cual, progresista por excelencia y que no se detiene en la marcha del progreso, siempre que se trata de nivelar su país a la altura de las naciones de Europa, convencido de este vacío, procederá a llenarlo del mejor modo posible.” (Páginas 437 a 438).

    Guatemala, 29 de diciembre de 2009

  2. Estimados Hermanos:

    En Guatemala hay una ausencia total de Justicia. Se ha publicado hoy en un medio, http://www.elsalvador.com a Paolo Luers, sobre 2 libros, alaba a uno y denigra otro, resumiendo su muy personal punto de vista, de un caso muy sospechoso de haberse manipulado politicamente. Hasta llega a atreverse a hacer interpretaciones sesgadas y antojadizas.

    Por ejemplo, si uds. duda de la clase de persona que es el ex presidente de Guatemala Alfonso Portillo y Rodolfo Quezada Toruño y, la forma que se utilizó el juicio por la muerte del Obispo Juan Gerardi, favor vean en http://www.capitanblima.com los documentales, particularmente el # 2 y, saquen sus propias conclusiones, Este caso es grave.

    Lo menos que yo espero de uds. es que publiquen este comentario y le envíen el vínculo a sus contactos y amigos, hay que pubicitar esta injusticia.

    Respeto a Luers, aunque el papel aguanta con todo, estoy totalmente en desacuerdo de su opinión.

    Saludos y Éxitos.

    Desde Guatemala

    Rubén Hernández

  3. “EL PATRÓN” Y “RASTROS PERDIDOS EN LA HISTORIA”, 2009 -ACOTACIONES SEGUNDA PARTE Por: Ariel Batres Villagrán Resumen La primera parte del presente Ensayo, “Acotaciones a cinco libros publicados en Guatemala, 2009”, fue elaborada en razón a que el periodista y escritor guatemalteco Luis Aceituno, publicó la reseña de 16 obras impresas en el país, con el título Los libros de 2009. En su artículo, él no comenta un evento especial que pudo haberse llevado a cabo en 2009, y tampoco los libros siguientes: 1) Un centenario olvidado: el de Rafael Arévalo Martínez como escritor; 2) Pedro Joaquín Chamorro; “El Patrón. Estudio histórico sobre la personalidad del general Justo Rufino Barrios”; y, 3) Álvaro Rogelio Gómez Estrada; “Rastros perdidos en la historia”. El Ensayo en mención, continúa ahora como “EL PATRÓN” Y “RASTROS PERDIDOS EN LA HISTORIA”, 2009 -ACOTACIONES SEGUNDA PARTE. En el caso del Centenario de Rafael Arévalo Martínez como escritor, ocurrió el 15 de febrero de 2009, habida cuenta que en igual día de 1909 publicó su primer cuento, Mujer y niños. No obstante el valor de Arévalo para las letras nacionales de Guatemala, pasó inadvertido el hecho. Al nicaragüense Pedro Joaquín Chamorro Zelaya muchos lo conocen como periodista y político en su país. Su obra “El Patrón” se reseña aquí en virtud de haber sido reeditada en 2009 en Guatemala. Se estableció una similitud casi exacta, que en sí no constituye un plagio de un autor con respecto a otro, entre lo que Chamorro describe en el Capítulo XXXI (El Patrón reforma el método de investigar en procesos criminales), transcribiendo fragmentos del “Diario Íntimo” (1965) de Enrique Guzmán Selva, y lo que Miguel Ángel Asturias Rosales escribiera en el Capítulo XVI (“En la Casa Nueva”) de su novela “El Señor Presidente” (1946). Por lo que se refiere al escritor guatemalteco Álvaro Rogelio Gómez Estrada, es uno de aquellos personajes de quienes eufemísticamente se dice que son “genios de aldea”, para esconder el nulo reconocimiento que se les hace por sus logros. Por tal razón, de los 5 libros de cuentos y 3 novelas publicadas por éste en 2009, se describe la novela “Rastros perdidos en la historia”. 1. Un centenario olvidado: el de Rafael Arévalo Martínez como escritor Que a escritores como Álvaro Gómez Estrada no se le reconozca el mérito y tampoco se divulguen sus obras es algo que no debe extrañar. Como se cuestionó en la primera parte de estas Acotaciones, al glosar la obra de José Arzú; “Pepe Batres íntimo” (Tipografía Nacional, 2009, reeditada siguiendo la original impresa por la Tipografía Sánchez & de Guise, 1940): “¿Cuántos actos públicos tuvieron lugar en 2009 para conmemorar el bicentenario del nacimiento de José Batres Montúfar (18 de marzo de 1809 – 9 de julio de 1844)? Lo más seguro es que ninguno y si los hubo no se les dio la debida publicidad para interesar a los jóvenes”. Excepto por la nueva edición de la obra de Arzú, no hubo mayor evocación por el perínclito bardo que fue Batres Montúfar. Igual situación ocurrió con otro escritor y poeta guatemalteco, Rafael Arévalo Martínez (1884-1975), mismo que el 15 de febrero de 2009 habría cumplido su primer centenario como escritor. Cierto es que para tal fecha el autor ya había fallecido, pero hubiera sido digno que se recordara su nombre con más de algún acto significativo, tomando en cuenta que publicó 196 títulos distribuidos en libros de novelas, cuentos, poemas y artículos literarios. En 1984 la Tipografía Nacional publicó como edición póstuma la obra de Arévalo intitulada Ubico, y como apéndice bibliográfico editó del escritor Alfonso Enrique Barrientos la “Bibliografía sumaria de Rafael Arévalo Martínez”, donde aparecen ordenados alfabéticamente 196 títulos, aunque algunos se repiten en función de las reediciones. Tres meses antes de cumplir su Cincuentenario como escritor, Rafael Arévalo Martínez fue entrevistado por el periodista Rigoberto Bran Azmitia. Ante la pregunta respecto a cuántos libros había escrito en su vida, él respondió (reportaje publicado el 2 de noviembre de 1958): “—Más de una veintena. ¡Esa ha sido mi vida! Escribir y leer; leer y escribir a todas horas. Ahora escribo, repito, para no morirme. Mi profesión ha sido la literatura desde hace cincuenta años justos. El primer periódico en anunciar su medio siglo de trabajo intelectual fue El Imparcial, en la columna de César Brañas, haciendo hincapié en lo que significa llegar a ella: ‘Precisa señalar que es prácticamente el primer caso que se da en el país, porque ésta ha sido una de las primeras vidas íntegramente dedicadas a la literatura como vocación y como profesión, si no única, prevalente y dignificada por la continuidad del entusiasmo’.” Arévalo, Teresa; “Rafael Arévalo Martínez. Biografía de 1926 hasta su muerte en 1975”. Guatemala: Editor Óscar De León Castillo. Editorial e Impreofset Óscar De León Palacios, 1995. Página 521. Y ¿cómo se establece que el 15 de febrero de 2009 Arévalo Martínez habría cumplido su primer centenario como escritor? Por la razón que el 15 de febrero de 1909 fue publicado en la Revista quincenal “Electra” su primer cuento -“Mujer y niños”-, ganador del concurso promovido por dicha Revista. Para rememorar sus primeros 50 años como escritor, la Universidad de San Carlos de Guatemala editó en 1959: “Obras Escogidas (Poesía y Prosa)”, y el gobernante de la época -Miguel Ydígoras Fuentes (1895-1982)- personalmente le ofreció publicar alguna de sus obras. El autor señala: “Elejí ‘Hondura’ porque en ella se registra una época de imponderable lustre y brillo para nuestra ciudad de Guatemala. Entonces convivían en nuestra universidad estudiantes de los otros 4 países del Istmo que habían venido a estudiar Derecho y Medicina, pues en las otras metrópolis de Centroamérica no habían aún las facultades correspondientes.” Véase: Arévalo Martínez, Rafael; “Hondura”. Guatemala: Colección Contemporáneos No. 48. Editorial del Ministerio de Educación Pública “José de Pineda Ibarra”, 1959. Página 5. Notas: La palabra “Elejí” aparece así en el texto. La novela fue originalmente publicada en 1946 por Tipografía “Imprenta Diario La Hora”; en 1947 como folletín del diario La Hora, en 47 artículos cortos. Conviene mencionar o más bien recomendar la novela “Hondura” de Arévalo Martínez, toda vez que se trata de una obra auto biográfica, en la que introduce al personaje Alfonso -él mismo- para criticar el régimen imperante durante la dictadura de Manuel Estrada Cabrera (1898-1920). Respecto al cuento “Mujer y niños” y los 50 años de Arévalo como escritor en 1959, véanse referencias en las siguientes obras: • Arévalo, Teresa; “Rafael Arévalo Martínez. Biografía de 1884 a 1926”. Guatemala: Tipografía Nacional, marzo de 1971. Páginas 163 a 164. • —————; “Rafael Arévalo Martínez. Biografía de 1926 hasta su muerte en 1975”. Guatemala: Editor Óscar De León Castillo. Editorial e Impreofset Óscar De León Palacios, 1995. Páginas 521 a 523. • Arévalo Martínez, Rafael; “Obras Escogidas (Poesía y Prosa)”. Guatemala: Prólogo de Carlos Martínez Durán. Editorial Universitaria, Volumen No. 30. Universidad de San Carlos de Guatemala, 1959. Páginas 23 a 27. ************** 2. Pedro Joaquín Chamorro Zelaya -“El Patrón” Chamorro, Pedro Joaquín; “El Patrón. Estudio histórico sobre la personalidad del general Justo Rufino Barrios”. (Editorial Kódices 2009, 426 Págs.) 2.1 Aspectos generales Para disfrutar de una versión diferente a la oficial, referente al dictador liberal Justo Rufino Barrios (1835-1885), nacido en el departamento de San Marcos, Guatemala -El León de San Marcos o La Pantera-, y para adentrarse en el régimen despótico de éste, es recomendable leer la reedición de “El Patrón”, obra que además de constituir un “Estudio histórico sobre la personalidad” de Barrios, está escrita en forma tal que por momentos pareciera que se trata de una novela y a la vez una biografía. El estilo ameno de su autor no permite dejar de leer y a veces hasta sorprenderse por algunos datos que ofrece, mismos que la historiografía oficial nunca dio a conocer. Qué gran esfuerzo el realizado por el nicaragüense Pedro Joaquín Chamorro Zelaya (7 de abril de 1891-8 de diciembre de 1952) para estudiar la personalidad del dictador, a quien también denomina con los motes de pantera, lobo, hiena con aspecto de hombre, tigre sediento de sangre, boca de un animal feroz, felino enjaulado y fiera (páginas 34, 61, 271, 360 y 382), el azote de Dios (páginas 275 a 276) y a su gobierno una satrapía asiática, sanedrín rufiniano, panterismo (páginas 232, 252, 334 y 382). En su calidad de distribuidor de la nueva edición de Chamorro, F&G Editores, anota: “Del prólogo: El libro fue publicado por primera vez en 1966 sin mayor difusión y es ahora, 43 años después que se realiza esta edición, derivado de la importancia de conocer otra visión u otra historia, además de la que se ha enseñado tradicionalmente en las escuelas, sobre el papel del General Justo Rufino Barrios, que en la historia tradicional guatemalteca es conocido como el Reformador y que este estudio pone al descubierto la realidad histórica de aquella época, a finales del siglo XIX, que vivía Guatemala, en que el dictador de turno gobernaba con el látigo en la mano. / El autor destaca que el General Barrios es uno de los personajes que más contribuyó en Centro América a desviar la corriente democrática de sus verdaderos cauces. Bajo este nombre, que sólo debía cobijar un régimen de libertades, estableció el despotismo más cruel, degradante y retrógrado que ha flagelado a América.” F&G Editores, Boletín No. 61 | mayo de 2009. http://www.fygeditores.com/bole61.htm 2.2 Enrique Guzmán Selva El título de la obra de Chamorro Zelaya -“El Patrón”- debe su nombre a una expresión del también nicaragüense Enrique Guzmán Selva (1843-1911), el que en tiempos de Justo Rufino Barrios era un emigrado en Guatemala. Y es que Guzmán, a quien Chamorro cita por lo menos treinta veces, escribió en su “Diario Íntimo”: “‘Patrón’ (así le dicen aquí a don Rufino)” (página 359). Aunque el “Diario Íntimo” de Guzmán abarca los años 1876 a 1911, Chamorro especifica en la bibliografía que del mismo tomó notas correspondientes únicamente a los años que corren entre 1876 a 1885 (página 414). Un excelente trabajo que recopila muchos de los escritos de Enrique Guzmán Selva es el siguiente: “Escritos históricos y políticos” / Enrique Guzmán ; texto crítico, introducción, notas de Franco Cerutti. San José, Costa Rica : Libro Libre, 1986. Tres volúmenes, así: v. 1. 1867-1879; v. 2. 1880-1892; y, v. 3. 1893-1911. Entre otros hechos relevantes de Enrique Guzmán, hijo del Presidente de Nicaragua Fernando Guzmán S. (1867-1871) y primo del periodista Carlos Selva (juntos redactaron el discurso de Fernando Guzmán para la toma de posesión de la Presidencia), es menester indicar que acerca de su “Diario Íntimo” -el que originalmente denominó como “Testamento negro” y que su hijo conservó como reliquia familiar por muchos años-, se anotó: “En esos apuntes, dejó escrito que había venido a Guatemala como liberal y aquí se había convertido en conservador, para llevarle la contra a Barrios. Este diario es muy interesante, pues refleja el estado social y político que vivía Guatemala en esa época. Incluso, las entrevistas que tuvo con el presidente Barrios. Días antes de emprender Barrios la marcha, Guzmán recibe el grado de mariscal adjunto; o sea el de general de brigada. Pero por padecer de una pierna, no se le exigió ir al frente, sino quedarse en la retaguardia. (…) En febrero de 1880 tiene Selva en Granada un serio lance personal por cuestiones periodísticas con don Enrique Guzmán. Hiere a bala a éste y lo deja cojo para toda la vida. Juzgado por el hecho fué condenado a presidio, pena que le fué conmutada por destierro, dirigiéndose luego a México a donde se dió a conocer como periodista de combate y hábil polemista.” Tomado de Periódicos y Revistas de Nicaragua; edición electrónica en http://www.manfut.org/escritores/periodicos1860.html. Consulta realizada el 2 de enero de 2010. 2.3 Rasgos de la personalidad de Justo Rufino Barrios y de su gobierno Algunas características de Justo Rufino Barrios según Pedro Chamorro Zelaya (después de cada una se indica el respectivo número de página de “El Patrón”), son las siguientes: • “Veleidoso e intrigante”, 76 • “Bravucón, matasiete y draconiano cuyo tono desagradable fue agudizando con el tiempo”, 83 • “un carácter complejo en que la crueldad dominante contrastaba a veces con rasgos de generosidad y justicia, aunque en el fondo siempre había en tales gestos su deseo de humillar a alguien”, 87 • “carácter áspero y falaz”, 100 • “Este hombre de espada y chicote tenía a gala usar la pluma, no para la elevada función de enseñar, sino para convertirla en precursora de los rigores con que se proponía oprimir a sus conciudadanos.”, 104 • “Dice que comprende la seria actitud que corresponde al Gobierno y amenaza: ‘para llenar la misión de concluir con los trastornadores públicos no me detendré ante ningún obstáculo, ni haré diferencia de clases ni de personas. No se extrañen pues de mis medidas: a grandes enfermedades, remedios radicales y extremos’.” 104 • “Es un rasgo del carácter de Rufino esta falsa modestia, este fingido desapego de los puestos públicos, junto con el deseo de hacerse rogar, tanto para descubrir intenciones como para comprometer voluntades. Ya hemos llamado la atención sobre estas reconditeces de su psicología;”, 108 • “político versátil, antojadizo, empeñado siempre en corregir graves errores con otros más graves.”, 115 • “resolvía los asuntos a rompe y rasga”, 129 • “llamó a su presencia al Coronel Aguilar, y luego de haber desahogado su furia con groseras palabras, le propinó golpes y fuetazos, como tenía de costumbre con todos los que provocaban su cólera y venganza.”, 130 • “El absolutismo de Justo Rufino había llegado a tal grado que hacía todo lo que se le antojaba en Guatemala, sin la menor contradicción, y creyó que del mismo modo no había barreras para él fuera de su feudo.”, 131 • “¿quién iba a oponerse a los caprichos del ‘patrón’? ¿Quién se atrevería a decir ‘no’ al hombre de ‘temperamento volcánico’, ‘poco sufrido ante cuanto se opusiera a sus deseos’,”, 136 • “Aunque Justo Rufino era de naturaleza dictatorial y nunca se avino a un régimen de leyes, gustaba sin embargo que lo tuviesen por demócrata y republicano. Obedeciendo a esta conveniencia intentó varias veces, dominando los instintos de su verdadero carácter, dotar a Guatemala de una constitución y de un sistema de leyes. Pero aunque al fin logró decretar y promulgar una carta fundamental, jamás quiso someterse a ella, y siguió gobernando con su capricho, representado en el látigo que siempre llevaba en la mano, y que le daba más apariencia de domador que de estadista.”, 140 • “Legislar hasta para las hormigas, como dijo un admirador suyo, no era pasto sedante para aquella naturaleza volcánica y ambiciosa.”, 142 • “hombre veleidoso, que hoy afirma una cosa y mañana hace lo contrario, echaría a perder su propia obra, demostrando en la práctica que no buscaba la unión, ni quería la paz, ni le importaba derramar sangre y perturbar el progreso, sino hacer su capricho, imponer su voluntad por descarriada que fuese, y dominar sin la más leve oposición, ya no sólo en Guatemala, sino también en el resto de Centro América.”, 152 • “modales ásperos y violentos cuando alguien ha soliviantado su cólera”, 158 • “hombre tal como era en su feudo de Guatemala y no haciendo el juego de artificios en que era tan poco hábil, que cuando intentaba engañar sólo conseguía mentir. Su temperamento voluntarioso se hallaba como aprisionado por la parsimonia del trato diplomático, donde reina el disimulo fundado en la paciencia, tan contraria a los caracteres impulsivos.”, 177 • “A ratos está de buen humor y es generoso, pero lo más del tiempo es cruel y sanguinario; a veces salta del rigor a la magnanimidad; en la mayoría de las ocasiones es implacable con sus enemigos; y en contadas, los convierte en objeto de su amistad y confianza. Y así en la política: Constantemente hablando de paz y haciendo siempre la guerra”, 201 • “Descarriado como ha estado siempre de la verdadera democracia, necesita excusar cada paso, intentando persuadir al pueblo de que concede libertades y hace un gobierno republicano. Por eso los Considerandos de sus leyes y los fundamentos de sus proclamas tienen que ser antítesis de sus actos de gobernante.”, 227 • “‘Si como son tantas las espinas de que está erizado el camino de la Presidencia, estuviera solamente sembrado de flores; si como demanda tanta abnegación y sacrificios, brindara solamente satisfacciones y felicidad, no exagero al decir: que siento que tampoco me arredraría un instante el cumplimiento de ese deber. Como renuncio ahora, renunciaría entonces, sin pesar, un cargo a cuyas exigencias creyera que las aptitudes de mi persona ya no podían dignamente responder’.”, 232 • “Pero no. Los hechos van a decirnos que, lejos de convertirse al bien; Justo Rufino se torna más déspota, más cruel, más insaciable ambicioso.”, 232 • “Hecha la representación de político desprendido, Justo Rufino dedica una tirada a su papel de gobernante sufrido y abnegado. El yo es la palabra dominante.”, 233 • “A medida que pasaba el tiempo bajo el régimen rufiniano, acontecía lo que era natural: el Patrón se iba connaturalizando con su destino, se sentía cada vez más dueño y señor de Guatemala y de los guatemaltecos”, 261 • “Gozaba con mortificar a sus semejantes, aún a los más allegados amigos y confidentes, y estos placeres le proporcionaban a un tiempo aquel resultado de dominio completo en todos los elementos sociales de su país.”, 261 • “Justo Rufino fue el creador de la Policía Secreta, que no era un cuerpo organizado para perseguir con mayor acierto a los criminales, sino una red de espionaje extendida en todas las clases sociales y que convirtió a muchos ciudadanos en delatores de su vecino, de su pariente, de su amigo, de su colega, en una palabra, de todo el mundo. Este sistema, que aún perdura en Guatemala, es corruptor en alto grado, pues hace del delator de oficio un ser vil y despreciable, y la sociedad entera, en constante alarma por el peligro oculto y traicionero, va poco a poco asimilándose al carácter sumiso y abyecto del esclavo.”, 270 • “El mismo Enrique Guzmán da más interesantes pormenores sobre la Policía Secreta del Patrón, con que se adelantó a la checa rusa o a la Gestapo nazi, instrumento eficacísimo para dominar a los pueblos.”, 271 • “De Francia pasó a Inglaterra donde se le rindieron los honores de Mayor General. Pero a Justo Rufino le aconteció lo que a todos los gamonales que visitan Europa. Se encuentran despechados al verse envueltos en la ingente multitud con el valor de cualquier ciudadano. En su aldea son el señor, el amo, el dueño, son alguien; cuando de la noche a la mañana se encuentran sin ese valor personal de que gozan en el lugar, cuando el que los pasa rozando en la calle ni siquiera los mira, ni los conoce, ni los saluda; cuando al entrar a un salón nadie se mueve, ni va a prestarle besamanos, se sienten en otro mundo donde son menos y al punto comienzan a añorar la tierruca, donde se les recibe como en Domingo de Ramos. Así pasó a Rufino en París, en Londres, en Nueva York. Sentía que algo le faltaba allí, aquel mandar sin réplica, a disponer de todo sin contradicción, escuchar lisonjas estrambóticas sin medida formaban ya parte de su ser, y eso no se cotizaba bajo las banderas de las barras y las estrellas, ni en Francia, ni en Inglaterra, por muy finas que fueran las atenciones debidas a su jerarquía.”, 285 • “eleva nuevamente su renuncia fundándola en que desea satisfacer los sentimientos democráticos que agitan su espíritu; en realidad necesita otras voces que lo convenzan de que culminar en la dictadura no es traicionar a la democracia, sino solidificar sus cimientos. Y esas voces se lo dirán, está seguro.”, 292 • “sabe disimular esta codicia de mando con el pretexto del deber de trabajar sin tregua: ‘No me es posible -dice- cambiar mi organización ni tener carácter diferente del que tengo: no puedo tener tranquilidad cuando sé que hay que tratar o que atender algo; no puedo buscar descanso cuando sé que alguien me espera, o que para algo se necesita de mí: no puedo encerrarme en la inacción del egoísmo dejando que todo marche como pueda; no puedo, en una palabra, prescindir de la idea de mi deber, y siendo Presidente, creo que mi deber es trabajar sin tregua y para ello no reparar en dificultades y consecuencias’.”, 292 • “Pero este hombre que hacía todo sin pedir permiso a nadie, se creía siempre obligado a explicar al pueblo que obraba bien, le imponía con frecuencia dejar el látigo para empuñar la pluma. Este cambio de instrumentos que parece abogar en él inclinaciones democráticas, no era sino la manifestación del complejo de un hombre cuyo subconsciente quiere una cosa y cuyo capricho lo hace ejecutar siempre otra distinta y aún opuesta.”, 296 • “Otros documentos publicados con su firma lo describen falso, cómico, imperioso; en este aparece frenético, procaz, vengativo.”, 322 • “He aquí a Justo Rufino Barrios íntimo: el hombre que tenía en sus labios palabras de paz y propósitos de guerra en el corazón y en las intenciones.”, 327 • “Por motivos de conveniencia personal de Justo Rufino, Guzmán pudo verle unas tres o cuatro veces. En una de ellas aprovecha la oportunidad para observar su persona. La prosopografía que nos hace es completa y exacta, un modelo en su género: ‘Sería inexacto decir que es muy feo; pero tiene una fisonomía muy repelente. Ojos pequeños y mirada dura; frente espaciosa, en [curva] saliente, con grandes entradas; cabeza puntiaguda, que indica, según los frenólogos, presunción y egoísmo; cabellos lacios, oscuros, cortados a media pulgada sobre el cráneo y echados hacia delante; nariz afilada, ligeramente encorvada; gran pera gris, corta y espesa, que comienza casi a la mitad del carrillo; dientes pequeños y unidos, algo manchados por el abuso del cigarrillo. La boca de Barrios llama la atención: no tiene labios: espeso bigote gris, casi blanco, cae sobre una cortadura arqueada que presenta la apariencia de la boca de un animal feroz. (NOTA ABV: Se corrige «cuerva» que aparece en el original, por [curva], con el fin de mantener la coherencia de la frase, amén de que cuerva es la hembra del cuervo y por tanto una errata según el contexto). (…) ‘Rara vez se sienta derecho. Aún a los personajes más respetables los recibe recostado en el sofá, sobre el que suele subir los pies, sin miramiento ninguno a las gentes que tiene delante. Pasa con frecuencia de un extremo a otro del sofá, y en esos movimientos me hace el efecto del felino enjaulado. ‘El acento chapín de don Rufino es pronunciadísimo; su voz fuerte e imponente, y maneras las de un soldadote brutal. Desde luego se percibe el soberano desprecio con que mira a cuantos se le acercan’. ‘El poder absoluto que hace trece años ejerce; la servil sumisión de los guatemaltecos ante el menor de sus caprichos, y la constante adulación de cuantos le rodean, le han hecho insolente en sumo grado. Es dogmático cuando habla, aún tratando de materias que por completo ignora; cada una de sus palabras y el tono mismo de su voz, revelan al tirano pagado de su autoridad y seguro de su omnipotencia’.” 360 • “No hay quien le aconseje, no hay quien le abra los ojos para mostrarle los peligros de lanzarse sin preparación debida y proporcionada a la empresa. Hacer siempre su capricho es la secreta unidad de su vida, y esta unidad no se rompió jamás; nunca apareció el hombre osado que con un no, o cuando menos con razones que insinuara la más leve oposición, contrariara la voluntad antojadiza de Justo Rufino; y sobraban aduladores que lo alentaban, presentándole como fácil la obra que halagaba su vanidad. El hilo único que tejió toda su carrera pública debía permanecer entero, sin romper la unidad de su vida, hasta arrastrarlo al trágico remate de su existencia.”, 369 • “Justo Rufino, hombre de espada y chicote, manejaba a menudo la pluma, poniéndola en manos más expertas que las suya. Pero es que, como ya lo hemos observado, le aguijoneaba siempre la necesidad de explicar sus actos, porque claramente veía que estaban en oposición a sus jactancias y promesas.”, 369 • “desconfiado al par de imprevisor”, 382 • “Con un hombre que así justificaba los sobrenombres de pantera y panterismo con que sus conciudadanos le apodaban a él y a su sistema, no se iría a nada bueno.”, 382 • “El rumor más dañino era aquel que atribuía a Rufino propósitos de dominación personal. Para desvirtuarlo toma la pluma y se dirige a los centroamericanos en una proclama, la que egolátrica de las suyas, por girar todas ellas alrededor de su yo.”, 383 • “en cumplir sus antojos nada lo detenía.”, 387 • “Su arrogancia lo perdió. (…) otra vez la soberbia que no admite consejo, ni siquiera tolera oírlos.”, 396 • Nunca aprendió a someterse a opinión ajena, ni siquiera a considerarla, a menos que estuviese de acuerdo con la suya. (…) Su capricho le encumbró a lo que era, su capricho le abatiría ahora hasta la nada.”, 397 • “-¿Para qué seguir peleando si el Patrón ha muerto?”, 398 2.4 Resumen del contenido de El Patrón En “El Patrón”, Chamorro relata en treinta y cinco capítulos la vida y obra política de Barrios, presentándolo como un muchacho voluntarioso (Capítulo I), que en sus mocedades pone en juego habilidades de domador, pero de un burro al que encarama sobre una mula (página 19), y sus triquiñuelas para engañar a sus amigos de escuela. En el Capítulo II describe el proceso de formación educativa de quien sería el futuro dictador guatemalteco, hasta que logra egresar de la universidad, no con el título de abogado sino únicamente como notario. Los Capítulos III al V muestran a un Barrios que se vuelve revolucionario pero por interés pecuniario y egoísta, relatando su vida de aventuras en su finca de Malacatán, San Marcos, así como en la llamada “El Malacate”, situada al lado de la frontera con México, lugar al que frecuentemente escapaba de sus perseguidores, no siempre del gobierno sino acreedores de juegos de azar y particularmente en peleas de gallos. Es en el Capítulo VI donde Chamorro describe los prolegómenos de la que llama como “revolución victoriosa”, para concluir en el VII con la capitulación del gobierno de Vicente Cerna -Huevosanto- el 30 de junio de 1871. A partir del Capítulo VIII de su obra, Chamorro Zelaya relata los comienzos de la reforma liberal en Guatemala, principiando con el gobierno de Miguel García Granados, su correligionario y primer Presidente Liberal después de los gobiernos de los 30 años de Rafael Carrera y Vicente Cerna. Entre Capítulos IX al XI relata la sublevación de los pueblos del Occidente (Quetzaltenango en particular) y de cómo logró Barrios pacificarlos, incluyendo también a los de Oriente, así como sus primeras intervenciones en la política centroamericana, en razón de los disturbios existentes en cada país. Sobre Rafael Carrera, también en 2009 (enero), fue publicado el magnífico estudio en forma de novela de: Cruz O., Óscar René; “Rafael Carrera. El Presidente olvidado.” México: Publicaciones Cruz O. S.A., 2009. De suyo la novela tiene un estilo superior y con mejor calidad expositiva que la presentada un año antes por el guatemalteco: González Davison, Fernando; “La Montaña Infinita. Carrera, Caudillo de Guatemala”. Guatemala: Librerías Artemis Edinter, S.A., 2008. Como en el gobierno no cabían los dos, Miguel García Granados decide renunciar en forma definitiva a la Presidencia de la República, y es así como en 1873 Justo Rufino Barrios llega para quedarse a cargo de la misma, la que no dejará sino hasta su muerte en 1885 (Capítulo XII). En Capítulos XIII y XIV Chamorro relata los mecanismos legales utilizados para despojar de los bienes de manos muertas a la Iglesia Católica, y de la expulsión de prácticamente todas las órdenes eclesiásticas, para luego pasar a describir (en Capítulos XV a XIX) las dificultades internacionales que tuvo que sortear para hacerse aceptable, habida cuenta de su fama como dictador de mano dura, su casamiento con una niña de quince años (Paquita), de cómo provocó otra guerra en Centroamérica a la que ni por asomo tenía considerado unir y en especial “De cómo el Patrón hacía presidentes”, colocando a sus partidarios en Honduras, El Salvador y Nicaragua, situación de la que se salvó medianamente Costa Rica. En el Capítulo XIX Chamorro comenta un hecho sorprendente: el Lic. José María Samayoa, financista de la campaña revolucionaria de Barrios para tomar el poder en 1871 y quien originalmente fuera nombrado como Ministro de Fomento, pasa a ocupar el Ministerio de Guerra. Estando en dicho cargo “instituyó el palo como medio de gobernar; pero también debe acreditarse a su favor el haber impedido con su consejo otros atropellos.” (página 161). Pero mal paga el amigo: cayó de la gracia del dictador y tuvo que partir al exilio. Si los partidarios del Patrón y hasta sus amigos creían estar en buenas migas con su Protector, mal hacían; por un “mátalas callando” sencillamente caían de la gracia (Capítulo XX), no importando si hasta habían sido los financistas de sus locuras como dictador, como ocurrió en el caso del ex Ministro de Fomento y de Guerra que tuvo que salir al exilio, o de otro funcionario que como premio recibió el tormento del palo. La explotación de los indios como mano de obra gratuita para la construcción y mantenimiento de caminos y en calidad de trabajadores temporales en las fincas de café cuya producción en alza constituía la razón de ser del gobierno, es tema que el autor examina en Capítulo XXI, incluyendo también las críticas a la supuesta libertad de imprenta, que existía solamente si era para alabar al régimen; caso contrario, el cierre de los escasos medios de comunicación impresos y para quien se atreviera a contradecir, cuestionar o criticar, ya no se diga a confabularse en contra del Patrón, éste tenía sus propios métodos para castigar a sus enemigos (Capítulo XXII). Cabe hacer notar que el Capítulo XXII narra los terribles sucesos ocurridos el 1 de noviembre de 1877. En páginas 207-214 de la obra de Chamorro, se encuentra la descripción terrible de los “ajusticiamientos” (De cómo el Patrón castigaba a sus enemigos) y se menciona a la sociedad secreta “Homicida” cuyos miembros supuestamente estaban confabulados para acabar con la vida de Barrios y su familia. Así también, relata Chamorro que los autores de la conspiración fueron apresados en tal fecha y sometidos a crueles tormentos (página 209), interrogados por el propio dictador y fusilados 17 de ellos; Barrios “parecía una fiera en el balcón de su casa armado de un fusil, lanzando alaridos mientras se efectuaba la hecatombe.” (página 210), y él mismo justifica su actuación comparándolos con los carbonarios europeos (pág. 212). Acerca de los sucesos de 1877, véase la novela El sueño de los justos, de Francisco Pérez de Antón (1940- ), quien reside en Guatemala desde 1963, publicada en México: Alfaguara, noviembre de 2008, así como los comentarios a la misma en: Batres Villagrán, Ariel; El sueño de los justos. 25 pp. Guatemala, 30 de diciembre de 2008. Publicación digital 24 de julio de 2009 en http://www.monografias.com/trabajos-pdf2/sueno-justos/sueno-justos.shtml El resumen de lo acotado en dichos comentarios es como sigue: “Comentario a la novela EL SUEÑO DE LOS JUSTOS, de FRANCISCO PÉREZ DE ANTÓN. México: Alfaguara, noviembre de 2008. En El sueño de los justos, el español radicado en Guatemala, Francisco Pérez de Antón, relata los orígenes de la denominada Revolución de 1871 en Guatemala; explica los preparativos para derribar al gobierno de los Conservadores. Examina también los excesos cometidos por el dictador a partir de 1873, en su ímpetu por reformar una nación que estaba en proceso de construcción, un cadáver boca arriba. En su análisis del dictador, el autor resalta su carácter volátil pues éste no admitía réplica alguna y quien se atrevía a disentir acarreaba sobre sí una serie de golpes con la fusta que el autócrata siempre tenía a mano, o bien la cárcel por una simple delación, en donde era sometido a la clásica tortura de 100 a 500 golpes del palo de membrillo o bien al suplicio de la red. El sueño de los justos debe su nombre al hecho real y palpable en la población, en el sentido que la revolución liberal de 1871 destruyó amores, familias, fortunas, amigos… Sobre la base de una historia de ficción, los amores y desamores de Néstor con Clara, El sueño de los justos transcurre en quince días, que corren entre el 1 y el 15 de noviembre de 1877. Refleja el ameno estilo del autor al escribir y describir situaciones reales en forma novelada, así como su fina prosa al narrar escenas de ficción tomadas de la realidad.” El Capítulo XXIII describe lo que sarcásticamente Chamorro denomina como “Nueva política centroamericana”, bajo el espíritu del unionismo en ciernes, pero unificación a favor de los intereses del Patrón. Como éste da la impresión que se cansa de ser dictador (Capítulo XXIV), presenta su renuncia pero no le es aceptada; la Asamblea Legislativa le ruega que siga en el poder (¡). Tales súplicas le permiten no sólo acrecentarlo en el país sino continuar interviniendo en la política centroamericana, poniendo y quitando gobiernos (Capítulo XXV). El Capítulo XXVI es significativo pues presenta lo que para Chamorro Zelaya constituyen algunos aspectos del “Reformador” y de la “Reforma” que promovió; sin embargo, dicho autor los minimiza pues a su juicio igual hubiera hecho otro gobernante, liberal o conservador, si solamente de obra pública se tratara. Seguidamente, en Capítulos XXVII y XXVIII explica cómo Barrios “reformó” la frontera de Guatemala con México, cediendo los territorios de Chiapas y Soconusco, en una negociación conducida por él mismo en Washington a donde acudió, dejando de lado los consejos de Lorenzo Montúfar, “el ideólogo de la Revolución Liberal”, con quien termina peleando y enemistándose en forma definitiva (en página 201 Chamorro se anticipó a relatar la caída de éste, explicando: “Montúfar será despedido después de haber sido tratado como un lacayo, y se libra de peores venganzas porque se queda fuera de Guatemala”). No obstante la entrega de los territorios, la servil y abyecta Asamblea admite la cesión y como el Patrón presenta su renuncia al cargo, no sólo no se la acepta sino lo felicita por sus actuaciones. En el Capítulo XXIX Chamorro expone cómo intentó Barrios “reformar” la religión católica en 1883, promoviendo el ingreso de la iglesia protestante a través de la fundación de lo que sería la Primera Iglesia Presbiteriana Central en 1884, y como él se manifestara anticatólico en diversos actos públicos, consideraba “atraso eso de sacar santos a la calle, muy colonial, muy retrógrado; ya había prohibido estas manifestaciones del culto; pero nadie hacía caso. Reiterólas, pues, demostrando su persistencia contra los menores signos de fe y catolicismo” (Página 301; véase también pág. 254). El 6 de enero de 1883, después de haber promovido la reelección y ganado por mayoría absoluta la Presidencia de la República -único candidato-, Barrios arruga el ceño ante el gobernante de Honduras, “su antiguo pupilo y protegido” (pág. 312), porque éste no acepta sus planes supuestamente unionistas, donde en realidad lo que pretendía era anexar Centroamérica a Guatemala (Capítulo XXX). “A eso de las siete de la noche del 13 de abril de 1884 paseábanse Justo Rufino y su Ministro de Guerra, Gral. Martín Barrundia, por la Plaza del Teatro de Guatemala, cuando muy cerca de ellos estalló con estruendo una bomba. Ninguno de ellos salió herido, aunque Barrundia pretendió después que le había causado leves contusiones” (pág. 331). Este atentado dio la justificación perfecta para que el dictador reformara el método de investigar en procesos criminales, dirigiéndolos él mismo y aplicando el suplicio del palo, el de la red y la fuerza bruta para conseguir declaraciones de las personas encarceladas por el suceso, con la consigna de “-¡Si no confiesa, acabarlo a palos!” (pág. 332, Capítulo XXXI; véase también dicho suplicio en páginas 95 y 251). De los tormentos utilizados por Barrios, comenta Chamorro los siguientes: suplicio de la red en páginas 86 y 263; y, tormento del palo en páginas 99, 161, 185, 189, 195, 207, 210, 226, 251, 263, 264, 268, 272, 331 y 332. Uno de los principales encargados de aplicarlos o de dirigir su ejecución fue el temido Jefe de Policía Sixto Pérez (páginas 185 y 263 a 265), quien después murió de peor forma: quemado vivo (página 201). Chamorro Zelaya describe en Capítulo XXXII, que entre junio y septiembre de 1884 en varias poblaciones del Occidente del país, ocurrieron algunos intentos de levantamiento en contra de Barrios, los que fueron sofocados con mano dura: “se ordenaban fusilamientos inmediatos, que a veces se formalizaban después de la ejecución con un proceso de notoria falsedad” (pág. 351). Esto es, después de la bomba, siguió otra ola de terror. En junio de 1884 Justo Rufino Barrios efectúa nuevos intentos por convencer -por la farsa o por la fuerza- a los Presidentes de El Salvador y Nicaragua para que le acompañen en sus intentos de unificación de Centroamérica. Éstos lo ven con recelo pues ya tenían noticias referentes a “que Barrios se había declarado Patrón de toda la América Central” (página 367), y como escribiera Enrique Guzmán en su “Diario Íntimo”, a quien Chamorro cita repetidas veces en su obra: “‘Patrón’ (así le dicen aquí a don Rufino)” (página 359). Con base en tales recelos, Barrios no cree ya en las evasivas respuestas de los Presidentes a quienes consulta si “desean” acompañarlo en sus intentos unionistas, y por tal razón el título del Capítulo XXXIII: “Vamos a ver en que para esto”. El señalamiento respecto a que muchos de los actos de Barrios fueron conducidos por la farsa o por la fuerza también es comentado por el autor en páginas 106, 111, 170, 250 y 290. Y en sus intentos unionistas no paró muy bien Justo Rufino, pues cuando Chamorro Zelaya rubrica con el título de “¡Qué estúpida audacia!” el Capítulo XXXIV, tomándolo de igual frase expresada por Enrique Guzmán en su “Diario Íntimo” (página 387) se está refiriendo al decreto del 28 de febrero de 1885 por medio del cual Justo Rufino Barrios se autonombró Jefe Militar de Centro América para realizar la unión (página 389) y prácticamente Presidente de Centroamérica, aunque declarase que tal cargo no le interesaba (página 384). La unión de Centro América fue declarada por medio de un decreto mediante el cual quien se oponía a la misma era considerado traidor. Por tal razón, en Capítulo XXXV Chamorro se pregunta: “¿Quién podía fiarse de esta libertad que proclama Rufino, si el artículo 4 de su decreto del 28 de febrero amenazaba con declarar traidor a la gran causa de la nacionalidad y sujetos a responsabilidad según la naturaleza de los actos que ejecuten a toda persona de carácter oficial o privada que se declare contra la unión y se oponga a sus operaciones y trabajos y los embarace de cualquier modo?” (Página 390). El Patrón sale de la capital de Guatemala en plan de conquista de Centroamérica, el 23 de marzo de 1885 (página 391) para enseñarle a los salvadoreños y nicaragüenses quién es el que manda y las buenas razones que tiene para lograr la unión de la antiguamente llamada Patria Grande. Lo que no pudo hacer por medio de la farsa y de sus enviados a las capitales de El Salvador y Nicaragua para convencer a sus respectivos Presidentes acerca de las bondades de la unión, pretende lograrlo por medio de la fuerza. Pernocta en la frontera con El Salvador el 30 de marzo y ordena a un capitán quemar varios ranchos en el lado de Guatemala para luego justificar que fueron los salvadoreños quienes efectuaron tal acto de afrenta a los guatemaltecos (páginas 392 y 393). Amanece el 2 de abril y a las 9 a.m. inicia el ataque definitivo cuando ya Barrios se encuentra en la población de Chalchuapa, El Salvador; sin embargo, ocurre que una parte de la tropa guatemalteca se subleva, el batallón Jalapa, pues no quieren ser dirigidos por un coronel sino por el propio general. Él acepta dirigir las acciones, y a pesar que sus oficiales le aconsejan que no se exponga, rechaza la recomendación. “Nunca aprendió a someterse a opinión ajena, ni siquiera a considerarla, a menos que estuviese de acuerdo con la suya. (…) Su capricho le encumbró a lo que era, su capricho le abatiría ahora hasta la nada.” (página 397). Y por tal ceguera es que el último Capítulo en la magnífica obra de Chamorro, el XXXV, lleva por título “El Patrón se ha caído”, cuando éste recibe una bala estando montado en su yegua: “De pronto suelta las riendas y su cuerpo rueda lentamente el suelo sin que la yegua se mueva del lugar. Su asistente José Angel Jalón lo nota y advierte a sus compañeros: -¡El Patrón se ha caído…! Poco después corre por todo el ejército la fatal noticia. Por dondequiera se oye: -¿Para qué seguir peleando si el Patrón ha muerto? Los generales suspenden el fuego y emprenden la retirada. Al día siguiente la Asamblea Legislativa deroga el decreto del 28 de febrero de 1885. Con la muerte de Justo Rufino Barrios se acaba todo. La causa de la unión era su causa personal, el producto de una voluntad de hierro impuesta a todo su pueblo; la festinación de un carácter excesivamente presuntuoso. Todo aquel entusiasmo que él alegaba, y en el cual él mismo llegó a creer por autosugestión; aquel anhelo de Centro América entera, sólo existía en su imaginación contaminada a los otros, como cualquiera de sus antojos, con la violencia de su látigo, la ‘única constitución’ con la cual gobernó siempre.” (Página 398). Al final de la obra (páginas 398 a 415), Chamorro Zelaya incluye un Apéndice con los siguientes documentos: “Exposición dirigida al señor General don Manuel L. Barillas, encargado de la Presidencia de la República”, fechada al 29 de junio de 1885. Resulta significativo el contenido de la carta que un grupo de ciudadanos notables le dirigen al nuevo gobernante; no habían pasado ni tres meses desde la muerte de Justo Rufino Barrios (ocurrida el 2 de abril) y los antiguos corifeos y serviles se olvidan de las frases aduladoras que le dirigían desde la “prensa” y en forma personal, pretendiendo hacer un borrón y cuenta nueva. Por tal razón, en su Exposición presentan un retrato del gobierno del patrón, y le dicen a Barillas que la sociedad: “Cree firmemente que vuestro Gobierno será de libertad, de justicia y de progreso; y que ha desaparecido para siempre aquel sistema que consagraba la centralización de los poderes en una sola persona, la dilapidación de las rentas públicas, la impunidad de los criminales que sabían vociferar Libertad y Reforma, las gratuitas vejaciones al hombre digno en cuya frente se creía adivinar la intransigencia con los desmanes del Poder, las recompensas oficiales a infames delatores, el espionaje asalariado, los estudiados tormentos inquisitoriales, los violentos despojos de la propiedad, y la intolerancia más abusiva bajo el nombre de libertad de conciencia. (…) y confiamos en que, bajo vuestra administración, no habrá un solo ciudadano que aspire a reproducir las doloras escenas del pasado. (…) Por eso los infrascritos nos hemos comprometido (…) para encarrilar la administración pública en el régimen de la legalidad, y proscribir todo sistema personal; de tal manera, que sea la ley y sólo la ley la que impere, y se abra para Guatemala, desde hoy, una nueva era de paz, de libertad, de justicia y progreso.” (extracto de páginas 399 a 400). Entre los infrascritos aparecen los nombres de conocidos hombres de la política y de las letras en época de Barrios, y que figurarán de nuevo en el gobierno de Manuel Estrada Cabrera a partir de 1898, tales como: Salvador Falla, Ignacio Solís, José Azmitia, Joaquín Macal, Pedro Molina Flores, Agustín Mencos, Rafael Spínola y Juan Arzú Batres. En el caso del ingeniero Juan Arzú Batres (1860-1924), cabe la coincidencia que fue padre de José Arzú (1888-1944), autor éste de: “Pepe Batres íntimo” ((Tipografía Sánchez & de Guise, 1940, reeditada por Tipografía Nacional, 2009)), cuya reseña se presentó en la primera parte de estas Acotaciones. El Apéndice de la obra de Chamorro también contiene la “Nómina de los bienes pertenecientes al General Justo Rufino Barrios al tiempo de su defunción”; “Minuta de los negocios o rentas con que formó su haber y sus millones el General Justo Rufino Barrios”; “Orden Cronológico de los principales sucesos”; y, “Bibliografía”. 2.5 Una similitud intelectual: Enrique Guzmán y Miguel Ángel Asturias Después de la noche del 13 de abril de 1884, cuando ocurrió el atentado de la bomba cerca de la Plaza del Teatro de Guatemala, en ocasión que por ahí pasaban Justo Rufino y su Ministro de Guerra, Gral. Martín Barrundia, la Policía Secreta dirigida por el temible Sixto Pérez se dio a la tarea de perseguir, capturar y encarcelar a cuantos creía ser autores, partícipes o cómplices -casi 200 personas- del que fue calificado como intento de magnicidio. Uno de los encarcelados y molidos a palos por dicho atentado fue Abraham Soto, de quien se pretendía que declarase en contra de quienes aparecían en una lista como supuestos implicados. Como él no “colabora”, es capturada también su esposa Dolores Rivera. Chamorro toma del “Diario Íntimo” de Enrique Guzmán lo siguiente: “Las variantes del tormento aplicado a Dolores Rivera, esposa de Santos Soto, fueron adecuadas a la condición de su sexo. He aquí lo que ella nos refiere: comenzó declarando ante el Juez de Paz Pedro Fonseca, y luego la hicieron rea. Anduvo de cárcel en cárcel, donde la obligaron a firmar varios papeles que nunca supo lo que decían. La situaron en la Penitenciaría; el primer día no le dieron ningún alimento, pero la pusieron a moler maíz crudo con un capataz a las espaldas que le daba palos constantemente, aunque trabajara; este tormento dilataba de las seis de la mañana hasta las seis de la tarde y se le aplicó diariamente, por algunos días. Al pie del catre que se le dio amarraron a su tierno hijo, y el capataz que le pegaba de tiempo en tiempo, lo hacía además siempre que el niño lloraba, y como éste no pasó alimento en todo el primer día, ya se puede calcular aquel cuadro doloroso: la madre azotada y moliendo maíz sin descanso, y cuando el niño gritaba de hambre, más palos llovían sobre la infeliz madre. Pero doña Dolores se mantenía firme contra Barrundia y el Patrón que con aquellos bárbaros métodos se afanaban en arrancarle confesiones falsas. Justo Rufino le mandó a su hijo Abraham para que la aconsejara y rogara que dijese lo mismo que los demás habían declarado, aunque no fuese cierto, pues de lo contrario matarían a todos. Contestó al Patrón que no creía en el atentado y que en todo caso, nada sabía. Ese mismo día, después de tan altiva contestación, cuando había pasado la hora de suspender la tarea penal de moler maíz, cuatro oficiales llegaron a obligarla a reanudar el trabajo a los golpes de un diluvio de varejonazos. A la mañana siguiente los palos caían cada tres minutos sobre la infeliz; el chiquillo estaba desnudo, porque no permitían que le llevara ropa; y cuando ella enfermó a causa de tanto tormento, le hicieron tomar una purga y la pusieron de nuevo al trabajo. Y así, sucia, macilenta, en harapos la presentaron a Justo Rufino. Fue para él un espectáculo divertido; mezcló las risas con insultos, y al quitarle el pañolón con que cubría la víctima sus andrajos, se rió mucho y con grandes ganas y le hacía burla de lo roto y sucia que estaba. -Dónde te has metido, ¿qué han hecho con vos? -le preguntaba, afectando ignorar que por su orden había sido torturada por semanas, y continuaba: -A ver, decíme, cómo fue eso de la bomba, ¿qué sabés vos, quiénes tomaron parte…? Y como ella contestara que todo lo ignoraba, Justo Rufino se enfureció y la colmó de injurias y amenazas: -Todo lo sé, es inútil que lo negués, voy a acabar con vos y con toda tu familia porque es preciso extirpar tu raza; te voy a quitar a tu chiquito, hasta los tigres defienden a sus hijos y no permiten que se los quiten. (…) Concluyó su declaración la Dolores Rivera de Soto diciendo: ‘Que todo lo de la bomba fue una farsa urdida por Barrios y sus cómplices’.” (Páginas 335 a 337). El lector seguramente recordará la novela “El Señor Presidente” (1946), del Premio Nóbel de Literatura Miguel Ángel Asturias Rosales; puede comparar la declaración de Dolores Rivera transcrita supra, con la siguiente de Fedina, esposa de Genaro Rodas, la cual es capturada y puesta en confesión por el Auditor de Guerra, en el Capítulo XVI (“En la Casa Nueva”) de dicha novela; en especial, cuando clama por su hijo estando en la cárcel, al momento en que el “Auditor de Guerra” le dice que su hijo lleva dos horas de estar llorando y por tanto es mejor que confiese lo que él quiere, como sigue: “A un salto de las ocho de la mañana (¡buenos días aquéllos de la clepsidra, cuando no había relojes saltamontes, ni se contaba el tiempo a brincos!) fue encerrada Niña Fedina en un calabozo que era casi una sepultura en forma de guitarra, previa su filiación regular y un largo reconocimiento de lo que llevaba sobre su persona. La registraron de la cabeza a los pies, de las uñas a los sobacos, por todas partes —registro enojosísimo— y con más minuciosidad al encontrarle en la camisa una carta del general Canales, escrita de su puño y letra, la carta que ella había recogido del suelo en la casa de éste. (…) La primera noche en un calabozo es algo terrible. El prisionero se va quedando en la sombra como fuera de la vida, en un mundo de pesadilla. Los muros desaparecen, se borra el techo, se pierde el piso, y, sin embargo, ¡qué lejos el ánima de sentirse libre!; más bien se siente muerta. (…) Y amortiguando la voz, hasta tomar acento de confesor añadió: —Si me dice en dónde está el general…, vea, óigame; yo sé que usted lo sabe y que me lo va a decir; si me dice el sitio donde el general se escondió, la perdono; óigame, pues, la perdono; la mando poner en libertad y de aquí se va ya derechito a su casa, tranquilamente… Piénselo… ¡Piénselo bien…! —¡Ay, señor, si yo supiera se lo diría! Pero no lo sé, cabe la desgracia que no lo sé… ¡Santísima Trinidad, qué hago yo! —¿Por qué me lo niega? ¿No ve que con eso usted misma se hace daño? En las pausas que seguían a las frases del auditor, el amanuense se chupaba las muelas. —Pues si no vale que la esté tratando por bien, porque ustedes son mala gente —esta última frase la dijo el Auditor más ligero y con un enojo creciente de volcán en erupción—, me lo va a decir por mal. Sepa que usted ha cometido un delito gravísimo contra la seguridad del Estado, y que está en manos de la justicia por ser responsable de la fuga de un traidor, sedicioso, rebelde, asesino y enemigo del Señor Presidente… ¡Y ya es mucho decir, esto ya es mucho decir, mucho decir! (…) —¡Señor! —imploró. —¡Vea que no es juguete! ¡A ver, pronto! ¿Dónde está el general? Una puerta se abrió a lo lejos para dar paso al llanto de un niño. Un llanto caliente, acongojado… —¡Hágalo por su hijo! Ni bien el auditor había dicho así y la Niña Fedina, erguida la cabeza, buscaba por todos lados a ver de dónde venía el llanto. —Desde hace dos horas está llorando, y es en balde que busque dónde está… ¡Llora de hambre y se morirá de hambre si usted no me dice el paradero del general! (…) —¿Dónde está el general? Así pasaron cinco, diez, quince minutos. Por fin el Auditor, secándose los labios con un pañuelo de orilla negra, añadió a todas sus preguntas la amenaza: —¡Pues si no me dice, va a molernos un poco de cal viva a ver si así se acuerda del camino que tomó ese hombre! —¡Todo lo que quieran hago; pero antes déjenme que… que… que le dé de mamar al muchachito! ¡Señor, que no sea así, vea que no es justo! ¡Señor, la criaturita no tiene la culpa! ¡Castígueme a mí como quiera! Uno de los hombres que cubrían la puerta la arrojó al suelo de un empujón; otro le dio un puntapié que la dejó por tierra. El llanto y la indignación le borraban los ladrillos, los objetos: No sentía más que el llanto de su hijo. Y era la una de la mañana cuando empezó a moler la cal para que no le siguieran pegando. Su hijito lloraba… (…) A las cinco menos veinte la abandonaron sobre el piso, sin conocimiento. De sus labios caía una baba viscosa y de sus senos lastimados por fístulas casi invisibles, manaba la leche más blanca que la cal. A intervalos corrían de sus ojos inflamados llantos furtivos. Más tarde —ya pintaba el alba— la trasladaron al calabozo. Allí despertó con su hijo moribundo, helado, sin vida, como un muñeco de trapo. Al sentirse en el regazo materno, el niño se reanimó un poco y no tardó en arrojarse sobre el seno con avidez; mas, al poner en él la boquita, y sentir el sabor acre de la cal, soltó el pezón y soltó el llanto, e inútil fue cuanto ella hizo después porque lo volviera a tomar. Con la criatura en los brazos dio voces, golpeó la puerta… Se le enfriaba… Se le enfriaba… Se le enfriaba… No era posible que le dejaran morir así cuando era inocente, y tornó a golpear la puerta y a gritar… —¡Ay, mi hijo se me muere! ¡Ay, mi hijo se me muere! ¡Ay, mi vida, mi pedacito, mi vida!… ¡Vengan, por Dios! ¡Abran! ¡Por Dios, abran! ¡Se me muere mi hijo! ¡Virgen Santísima! ¡San Antonio bendito! ¡Jesús de Santa Catarina! Fuera seguía la fiesta. El segundo día como el primero. La manta de las vistas a manera de patíbulo y la vuelta al parque de los esclavos atados a la noria.” Tomado de: Asturias, Miguel Ángel; “El Señor Presidente”. España: Miguel Ángel Asturias, edición crítica. Gerald Martin (Coordinador). ALLCA XX, Colección Archivos, No. 47, 2000. Extractos del Capítulo XVI. En resumen: en ambos casos se relata la situación de una madre (Dolores y Fedina, respectivamente) que es encarcelada para obligarla a “confesar” lo que no sabe en contra de su esposo, utilizando el “método” de forzar a cada una a moler maíz quebrantado la primera y cal la segunda; como “insisten” en negar lo que no les consta, a ambas les es llevado el hijo pequeño que llora de hambre y ellas no pueden amamantarlo. El primero de los bebés se salva milagrosamente de la muerte por inanición en tanto que el segundo muere y su madre enloquece. La similitud estriba en que el método es el mismo, aunque se trate de dictadores y épocas diferentes: Justo Rufino Barrios y Manuel Estrada Cabrera. Otra similitud con la obra de Miguel Ángel Asturias, “El Señor Presidente”, aunque no plagio, es la citada por Chamorro del “Diario Íntimo” de Enrique Guzmán, cuando éste relata: “(en Guatemala nadie dice el Presidente a secas, sino el señor Presidente).” (página 358). Insertar la transcripción textual de los textos de Chamorro Zelaya y de Asturias Rosales no significa que se pretenda señalar un plagio intelectual, toda vez que el primero concluyó de escribir su estudio histórico acerca de “El Patrón” aproximadamente en 1950, él falleció en 1952, permaneciendo inédito hasta que en 1966 fue publicado en forma póstuma. Además, cuando Chamorro copia lo anotado por Enrique Guzmán Selva (1843-1911), lo está haciendo directamente del diario escrito por éste entre 1876 y 1911, el cual también se mantuvo desconocido muchos años, siendo editado -por fin- en Managua: Edición de Revista Conservadora, Separatas de años 1961 a 1964. En el caso de Asturias, su novela “El Señor Presidente” vio la luz en 1946, aunque la escribió entre 1932 y 1945, publicándola en México por medio de la editorial Costa-Amic, cuyo propietario ya había colaboraría con los Gobiernos de la Revolución de Octubre, dirigiendo la edición de obras literarias en la colección “20 de Octubre”. Y como de historia se trata la obra de Chamorro (el gobierno de Barrios durante 1873-1885) y de novela histórica la de Miguel Ángel Asturias (cuyo telón de fondo es el gobierno de los 22 años de Manuel Estrada Cabrera, 1898-1920), procede adelantarse en el tiempo y recordar que para entender al también dictador Jorge Ubico Castañeda (1878-1946), el gobernante de los catorce años (1831-1944), es necesario examinar previamente al régimen de Estrada Cabrera; esta es la recomendación que brinda Rafael Arévalo Martínez, mismo que en 1945 publicara “¡Ecce Pericles!”, una verdadera radiografía del dictador de los 22 años, y en 1988 -póstumamente- la semi biografía “Ubico”, acerca del tirano de los 14 años. En esta última, refiriéndose a los tormentos en las cárceles que de hecho justifica, explica: “Limitándonos a Guatemala expresemos que durante la administración del general Ubico el empleo del tormento fue sin consecuencias vitales, restringido siempre por su concepción elemental de justicia a los casos que consideraba necesarios. Para atender esto, recuérdese que reina como una institución en Guatemala desde los tiempos de la oprobiosa administración de Justo Rufino Barrios, que llegó a su apogeo villano y a su más honda sima, a la curva baja más acentuada, durante la administración de Estrada Cabrera. Si comparamos ésta con la del general Ubico, lo turbio del ubiquismo se torna claro ante lo horrible de la administración cabrerista; para entender a Ubico hay que estudiar a Estrada Cabrera; por eso estimamos que este trabajo guarda estrecha relación con nuestro libro ‘Ecce Pericles’.” Arévalo Martínez, Rafael; “Ubico”. Guatemala: Colección Guatemala, Volumen XXII. Serie “David Vela”, No. 2 (Biografía). Edición póstuma. Tipografía Nacional, 1984. Página 152. De haber leído a Pedro Joaquín Chamorro, Arévalo Martínez estaría de acuerdo con el historiador nicaragüense, quien declaró a Barrios como su enemigo histórico, una fiera. Desde el prólogo advierte que se trata de una biografía en la que “Nos ha bastado relatar su vida para que de ella salga aquella antítesis de la democracia frente al despotismo.” (página 14). En dicha época, “Los deseos del Patrón, por extraños e inoportunos que fuesen, eran órdenes que nadie se atrevía a desobedecer” (página 131), y en eso de los tormentos que indica Arévalo, Chamorro es más elocuente al describirlos en el Capítulo XXXI “El Patrón reforma el método de investigar en procesos criminales” (páginas 331 a 347). ************** 3. Álvaro Rogelio Gómez Estrada -“Rastros perdidos en la historia” Gómez Estrada, Álvaro Rogelio; “Rastros perdidos en la historia”. (Colección “Joyas de la Literatura Quichelense”, 2009). 3.1 ¿Quién es Álvaro Rogelio Gómez Estrada? En la contraportada de las obras de Álvaro Rogelio Gómez Estrada, se especifica lo siguiente: “Poeta y escritor (julio 22, 1,944). Originario de Santa Cruz del Quiché. Su vasta producción literaria (novela, cuento, leyenda y poesía), ha merecido premios en certámenes nacionales y extranjeros. Alianza Francesa de Quetzaltenango, le confirió los títulos honoríficos de POETA DE LA LIBERTAD y GRAN MAESTRO DE LA POESÍA. Actualmente reside en su tierra natal.” Tan sintética descripción no satisface ni es suficiente para saber quién es el Prof. Álvaro Rogelio Gómez Estrada. Por tal razón, el propósito que anima a ofrecer algunos detalles de su vida personal y de su obra literaria, es incursionar un poco en la vida de tan fecundo autor, a quien las mieles de la celebridad nacional, ya no se diga internacional, todavía no llegan, aunque él tampoco está interesado en buscarlas o lograrlas. El Prof. Álvaro Rogelio Gómez Estrada nació el 22 de julio de 1,944 en Santa Cruz del Quiché, cabecera departamental de El Quiché, Guatemala. En 1966 se gradúa de Maestro de Educación Primaria. Después ingresa a la Universidad de San Carlos de Guatemala -USAC-, donde inicialmente obtiene el título de Profesor de Enseñanza Media; continúa con la carrera de Pedagogía en Ciencias de la Educación, en la que cierra currículum. Después de graduarse en 1966 como Maestro de Educación ingresó inmediatamente a laborar en el Magisterio Nacional, en centros educativos del Ministerio de Educación, jubilándose en 1996. Su preocupación por la educación, en un país donde lamentablemente aún es común que en varias aldeas y caseríos del área rural no existan escuelas, la deja plasmada en “Rastros perdidos en la historia” (novela, 2009), página 57. En efecto, a través del personaje Miguel Tiquiram, originario del caserío Macalajau, ubicado en Uspantán, El Quiché, reflexiona: “Recordó que [en] Macalajau no había escuela, a pesar de que habían niños como para llenar varias aulas. Trató de entender por qué nunca abrieron una escuela allá y no lograba avanzar. Y se decía que tal vez porque era muy lejos y ningún maestro quería ir a trabajar allá, pero luego se contestaba que eso no era posible porque en otras aldeas también lejanas, sí había escuela. Miguel creció sin letras porque los que tenían apresadas las riendas del progreso —¡Qué palabra tan ajena a la realidad que viven muchos grupos!—, no eran capaces de entender y aceptar que esas gentes eran semejantes, tan humanas como ellos o quizás más. La oportunidad le llegó ya entrado en años, pero la tomó. Un profesor le dijo que para aprender no había edad y que nunca era tarde para abandonar las sombras de la ignorancia. Hizo suyas esas palabras. Y trató de hacerlas prevalecer en todo lo que se le puso enfrente. La primera gran lección que le dio la vida, ya de ese lado de sus sueños, fue que no hay muros tan grandes que la voluntad y la decisión no puedan derribar.” (NOTAS ABV: 1) Se agrega [en], que no aparece en el original, para darle sentido a la expresión. 2) Se elimina [a], que en el original aparece entre: porque [a] los, para darle sentido a la expresión. Y como “honor a quien honor merece”, reza el refrán popular, en el año 2007 el Ministerio de Educación publicó: “100 Historias de Éxito. Guatemaltecas y guatemaltecos que soñaron y trabajaron para alcanzar su sueño”. Guatemala: Fascículo 3, Parte 1. s.e., 15 de enero de 2007. En páginas 20 y 21 aparece la entrevista que le hicieran. Además del Ministerio de Educación, otras entidades han reconocido el mérito literario de las obras de Álvaro Rogelio Gómez Estrada. • El 9 de junio de 1982 la Universidad de San Carlos de Guatemala, a través de la Editorial Universitaria, realizó la publicación de “Cuentos cortos” (Colección Creación Literaria, Volumen No. 14; 500 ejemplares). El libro contiene la selección de 7 cuentos de 3 autores, distribuidos en 44 páginas. • En la contraportada de las obras publicadas por el propio Prof. Gómez Estrada se indica: “Alianza Francesa de Quetzaltenango, le confirió los títulos

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